JURAMENTO HIPOCRÁTICO

TITULO:                                   JURAMENTO HIPOCRÁTICO


PROLOGO

Esta es la historia, de Adriana, una viuda de treinta y tantos años, con un hijo de siete años. Tiene una profesión que a ella le gusta mucho, pero de la que no le gusta para nada hablar. Hay muchos que desconocen que exista una profesión para lo que ella hace. De modo que ella siempre procura centrarse en las ventajas de su trabajo y no en los inconvenientes morbosos que siempre le encuentran los demás.

La tanatopráxia es la técnica de acicalar a los difuntos. Estos cuidados hacen que el difunto resulte más agradable a la vista de los familiares y amigos. Así, estos guardarán un mejor recuerdo del difunto, pues esa será la última vez que vean su rostro.

Debes tener la seguridad, estimado lector, que el tanatopráctico, hará este trabajo con extrema delicadeza y respeto, pensando siempre en el beneficio de los vivos.

Déjate envolver por la intriga de sus personajes. Esta dramatización está inspirada en hechos reales. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.


CAPITULO 1

Cominza el día
Como cada día, Adriana llega con la hora pegada para subir al tren de cercanías que la llevará a su trabajo. Tiene que hacer muchas cosas todas las mañanas antes de salir de casa. Incluso tiene que llevar a Marcos, su hijo de siete años, al colegio.

Tanto es así que siempre llega al tren en el preciso instante antes de que este cierre sus puertas. De hecho, es así todos los días desde hace años. Los pasajeros usuales de la línea de ese horario ya la conocen, y se atreven a hacer apuestas para ver si llegará a tiempo ese día o no, pero como siempre, es capaz de entrar. Como siempre, los asiduos a la línea, tras dar un suspiro de alivio cuando la ven entrar, comentan. . .

--No sé cómo lo haces, Adriana. (Le dice Pepe)

--UFF, hoy creía que no lo lograría... ¡Tengo un calor! (Contesta Adriana)

--No me extraña... ¿si vienes corriendo desde el colegio!? (Replica Ricardo)

--¡Hoy te has pegado una buena carrera! (Dice riendo Rosita)

--Sigue así, Adriana, este es un buen método para mantener tu figura. (Reprocha Maruja, mirandole de arriba abajo el pequeño cuerpo de Adriana)

--No me queráis tanto y dejarme un sitio. (Les contesta Adriana a todos los que se guasean de ella)
    ...Bueno, hasta mañana, que tengáis un buen día. (Les dice Adriana al llegar a su parada)
Todos le desean a ella lo mismo.

Al bajar del tren, se percata de que en el otro extremo del andén, hay un tumulto de gente mirando a las vías. Es fácil de predecir que algo ha pasado. Pero como va con la hora muy justa, sigue su camino al trabajo.

 Reunion de empleados
                                    
 Cuando llega al Tanatorio donde presta sus servicios, se ve con María la recepcionista, y conversan un ratito.

--Hola María.

--Buenos días Adriana.

--¿Has venido en el tren?

--Si, ¿Por qué?

--Porque cuando he llegado a la parada, la gente se agolpaba mirando a las vías. He supuesto que algo había pasado. ¿Tú has visto algo?

--No. Lo que haya pasado ha debido pasar entre mi convoy y el tuyo.

--¡Hola chicas!

--¿Qué hay, Jorge?

--No os imagináis lo que ha pasado en el apeadero.

--¿Tú lo has visto?

--No, Adriana. No he visto como sucedía, pero he visto que la gente se amontonaba en torno a las vías y me he acercado a ver que pasaba.

--Cuentanos qué has visto.

--¿Os acordáis del indigente que tocaba el chelo en el anden?

--Sí, claro.

--Pues esta mañana le han atracado y lo han tirado a las vías.

--¿Y sabes si le ha pasado algo?

--Resulta que, por los comentarios de la gente, el indigente se defendió y agarró al agresor, y ambos cayeron a las vías, justo cuando pasaba el convoy.

--¡Que fatalidad!

--Buenos días, ¿Qué pasa por aquí?

--¡Don Tobías!, estaba comentando con María y Adriana, lo que ha pasado hoy en la estación.

--Ah sí, ¿Qué? ¿Hoy no hay trabajo?

Todos contestaron que sí, mientras se echaron una mirada de complicidad: como queriéndose decir que seguirían la conversación más tarde.

María, no para de atender la centralita. Jorge se dispone a pasar la máquina pulidora de suelos. Adriana, ya en la morgue, y tras ponerse la bata y el calzado adecuado, comienza a preparar todos los utensilios en la mesa auxiliar. Se pone los guantes de látex y la mascarilla transparente que le cubre todo el rostro para evitar cualquier contagio.También pone en marcha su iPhone y se coloca los auriculares. Mientras escucha su música favorita, se dispone a sacar de la cámara el cuerpo que va a maquillar. Lo pone en una camilla y lo acerca a la zona de trabajo.


Mientras tanto en el anden

 La policía, hace acto de presencia en el lugar de los hechos al poco de ocurrir. Tras acordonar la zona, el inspector Hermida se hace cargo de la investigación. Pide a unos policías que tomen declaración al maquinista y a todo aquel que hubiera sido testigo ocular. También que pregunten a los que conocían al indigente, por si lo hubieran visto discutir con alguien, y, en caso afirmativo, que les den una descripción del sujeto. Él se encargaría de hablar con la seguridad de la linea ferroviaria, para que le facilitasen las cintas de vídeo de vigilancia, para su investigación.
Una vez se hubieron tomado las fotos pertinentes, se hubo limpiado el lugar y recogido las pertenencias del indigente, se restableció el tráfico ferroviario.
Además, se habían alertado a los centros de salud y hospitales, para que en el momento que les llegara un herido, si a este, le faltaba la mano izquierda, de inmediato avisaran a la policía para poder interrogarlo y ponerlo bajo custodia.


La labor del tanatopractor

Siempre que Adriana acicala un cadáver, se fija en el estado del cuerpo, en cómo tiene las manos, si cuidadas o no, si su pelo está teñido o no, si es joven o no, etc. En resumidas cuentas, en cuantas cosas le puedan decir algo sobre la persona que está arreglando, ya que esos pequeños detalles le pueden ser de gran ayuda a la hora de arreglar al fallecido.

Debido a que el color de los cadáveres oscila entre un amarillento verdoso y uno amoratado, y que en ocasiones ha podido fallecer a consecuencia de algún accidente o de manera traumática, comprenderás que darle un aspecto natural al difunto no es tarea fácil... No creas que me quiero recrear en la parte morbosa de esta historia. Solo quiero que veas esta digna profesión desde la óptica correcta. Como te decía, darle el aspecto natural que tenía cuando estaba vivo requiere dedicación y vocación.

Claro que a la mayoría de los difuntos no se les maquilla. Todo depende del país, de sus normas para el entierro y de la causa de la muerte.
Hay países en los que se entierra al fallecido transcurridas veinticuatro horas. En estos casos no hace falta hacerles nada, salvo por petición de los familiares, o en casos dónde la muerte no ha sido por causas naturales. En cambio, en otros países, el entierro dura varios días. Aquí sí se hace necesario la actuación del tanatopractor.

Adriana es una buena profesional y lo hace con mucha entrega. Su objetivo es conseguir que los familiares del difunto, lo recuerden con agrado.

Al terminar la jornada

Los empleados vuelven a comentar lo ocurrido esa mañana.

--Uf… vaya día más completo.
--Y que lo digas Adriana, yo no he parado de atender el teléfono.

--Jorge, ¿por qué no sigues con lo que nos estabas contando?

--Como os decía esta mañana, los dos cayeron a las vías justo cuando pasaba el convoy. Parece ser que el maquinista frenó, y cuando bajo a mirar solo estaba el indigente, muy mal herido por cierto, e inconsciente. El maquinista creía que el atracador había quedado atrapado bajo del tren, pero no lo veía por ningún lado, aunque se estaba iluminando con una linterna. No se atrevió a mover el convoy hasta que la policía llegase. Lo que sí vio el maquinista fue una extremidad, supuestamente del atracador.

--¿Que extremidad vio el maquinista?

--No lo dijo, y yo no la vi, pues la había tapado.

--Que tragedia ¿no?

--Sí.

--¿Por qué lo atracarían? A mi me parecía una buena persona.

--No sé, Adriana, pero en los próximos días seguro que la policía ira diciendo algo. Bueno, nos vemos mañana. Se despiden entre si.

Por fin en casa

Lo sucedido está en boca de todo el mundo que pasa por la estación.             
Adriana coge su tren rumbo a casa. Cuando por fin llega, pone la televisión para escuchar las noticias, estas dicen que el indigente esta en coma, y que el pronostico es muy grave.

Además, dan una descripción del supuesto atracador, aunque en las cámaras de vídeo solo se le veía de espaldas; metro ochenta, pelo corto, con una gorra de béisbol clara, y llevaba atada a la cintura una cazadora vaquera con un oso panda bordado en la parte de atrás. La locutora, termia el comunicado con una peticion de la policia pidiendo la colaborcion ciudadana.

Adriana no pra de darle vueltas a lo que acaba e escuchar ya que cree haber visto una cazadora que encaja con la descripción de la policía, pero el caso es que no se acuerda dónde la había visto.


CAPITULO: 2
Después de una noche de pesadillas

Adriana, se despierta bañada en sudor. Se levanta, y va hacia la nevera a beber un poco de agua fresquita. Mientras se la toma, pone las noticias para ver si hay alguna novedad sobre el caso. Las noticias dicen que el indigente ha fallecido como consecuencias de los múltiples traumatismos que había recibido, no solo al caer a las vías, sino también al ser arrollado por el tren.

Cuando Adriana llega de nuevo a la estación, se detiene junto al lugar donde el indigente solía tocar el chelo. A su memoria le acuden imágenes del indigente; este era un joven alto, bastante delgado, de apariencia estrafalaria, llevaba la barba sin afeitar, y el pelo largo estilo hippy, sujetado con un turbante marrón con cenefas naranjas. Recuerda que sus manos las tenia bien cuidadas, y que siempre usaba guantes con los dedos cortados cuando tocaba el chelo. Recuerda la calidez de la mirada del joven, que notaba cada vez que pasaba la gorra para recoger unas monedas del público. !Que bien tocaba! (Exclama, mientras da un suspiro de dolor)

Un escalofrío le recorre por el cuerpo cuando ve, lo que auténticos desconocidos han puesto en el lugar donde este solía tocar el chelo; flores, velas, esquelas anónimas.

Acto seguido se dirige al lugar donde cayó el mendigo, como para tratar de entender lo sucedido. Sin percatarse que en la estación hay policías de paisano entremezclados entre los transeúntes, vigilando cualquier reacción de la gente que les sirva de pista.

El inspector Hermida se percata de los movimientos de Adriana, lo que le hace sospechar que ésta conocía al indigente. La sigue, y, al ver que esta entra en el tanatorio, aposta unos policías de paisano para que vigilen todos sus movimientos.

Al entrar al tanatorio, Adriana, ve a don Tobías,  y aprovecha la ocasión para hablar con él.


--¿Don Tobías?

--¿Si?, Adriana.

--¿Sabe? Siempre me ha gustado mi trabajo, pero lo veía como eso, un trabajo con sus pros y sus contras. No es como para estar hablando de él mientras te tomas unas copas con los amigos, pero un buen trabajo.
Pero noto que algo ha cambiado dentro de mí desde que pasó lo del accidente en la estación. Puesto que la muerte nos puede llegar en cualquier momento, es muy importante ayudar a los vivos a que puedan superar la tragedia de la mejor manera posible, y de cómo mi trabajo contribuye a ello.

--Veo que has aprendido una lección muy valiosa que marcará la manera de ver tu trabajo de ahora en adelante. ¡Mira, Adriana!, cuando un familiar viene y te dice: “Está tal y como lo recordaba”, esa es la línea a seguir.

--Gracias, don Tobías, por escucharme.

--¿Qué? ¿Tus clientes hablan poco?

--Bueno, espero que sigan así.

--¿Adriana?

--Dígame, don Tobías.

--Esta mañana he recibido una llamada del anatómico forense. Mañana nos enviarán el cuerpo del indigente para que hagamos nosotros el servicio funerario. ¿Crees que podrás hacerlo?

--Supongo que sí. No hay problema.

--Bueno, para hoy tienes el de la cámara cuatro y el de la siete. Por ese orden, por favor. En la mesa tienes las voluntades de los familiares con algunos objetos que quieren que pongamos dentro del ataúd.

--Me pongo manos a la obra.


 Por fin termina la jornada

 Adriana pasa por el colegio para recoger a Marcos, y juntos van al supermercado para hacer algunas compras antes de ir a casa. Al ir a pagar, nota que el cajero que la atiende no es el habitual.

--Oh, no te había visto antes, ¿Está de vacaciones el anterior dependiente?

--No sé nada, señora. Si quiere saber algo de él, pregunte por el jefe del supermercado. Él le podrá decir algo más.

--¿Has oído Marcos? Me ha llamado señora, ¿Cuánta edad se habrá creído que tengo?

--No le hagas caso, mamá. Tú eres muy joven y guapa.

--Gracias por tú ánimo, anda, vamos a casa, zalamero.


Planes para el fin de semana

Al abrir la puerta de casa, oye el sonido del teléfono.

--¿Diga?

--Hola, Adriana.

--¡Alberto! Qué alegría oírte, ¿estás bien?

--Sí, ¿y vosotros?

--También.

--¿Cando venís a casa?

--Iremos a pasar este fin de semana.

--Qué bueno. ¿Esta mi nieto por ahí?

--Sí, ahora le digo que se ponga. Bueno, Alberto, hasta el sábado.

--Está bien, adiós, Adriana.

--¿Marcos?…¿Marcos?…El abuelo quiere hablar contigo.

--Hola, abuelo.


Mientras Marcos se entretiene hablando con su abuelo, Adriana se pone cómoda, y prepara la cena. Después de acostar a Marcos, Adriana se relaja viendo la televisión.


CAPITULO: 3
Un trago dificil

--¿Adriana?

--Dígame, don Tobías.

--Ya ha entrado el cuerpo del indigente. Está en la cámara cinco. Verá además una bolsa para incinerar, contiene sus pertenencias. Tenga en cuenta que, como no se sabe su identidad, es la administración la que se hará cargo del  entierro. Por eso la preparación para el entierro ha de ser austera.

--Bien. ¿Algo más?

--Hoy, eso es todo.


Una vez en la morgue, mientras se prepara, un nerviosismo recorre su estomago y hace que sus manos se queden frías. En ese momento entra Jorge, y le dice:


--¿Adriana? ¿Te puedo ayudar?

--Te lo agradecería mucho. ¿Podrías acercarme la camilla, por favor?

--Claro.

Adriana, abre la cámara donde se encuentra el cadáver del indigente, y entre los dos trasladan el cuerpo que está dentro de una bolsa, a la camilla. Cuando Adriana abre la bolsa, sale un tufillo desagradable a formalina. Adriana no puede evitar sorprenderse al  ver el estado en el que se encuentra el cadáver.

--¿Estás bien, Adriana?

--Sí, Jorge. Es que nunca me había pasado, tener que arreglar a una persona que había conocido antes. Comparar el aspecto que recuerdo de él, con el que tiene ahora, me causa una impresión muy fuerte.

--Y eso que tú estás acostumbrada.

--Don Tobías, me ha dicho que le haga una preparación austera, ya que de momento no se sabe quiénes son sus familiares para que se hagan cargo de los gastos funerarios... Pero creo que lo voy a maquillar un poco.

--¿Se hará cargo la administración?

--Sí, estaba indocumentado.

--¿Qué es esta bolsa?

--Creo que son sus pertenencias.

--¿Le echamos un vistazo?

--Vale.

--Uf… Esto debe ser para incinerar, ¿no?

--Sí, eso me ha dicho don Tobías.

--Fíjate, aquí esta el chelo. Un poco sucio, pero parece que está en buen estado.

--¿De verdad? Quizás lo pueda meter junto a él en la caja.

--Tendrás que limpiarlo antes.

--Eso haré.


Después de marcharse Jorge, Adriana limpia el chelo, y lo pone en la bandeja de abajo de la camilla, tras lo cual, comienza a acicalar el cuerpo.
Se da cuenta de lo bien cuidadas que tiene las manos... Opta por ponerle los guantes con los dedos cortaos, que solía llevar cuando tocaba el chelo. También le coloca el turbante en la cabeza. Por fin logra darle un tono más natural a su cara.                                                                  
En ese momento, entra María, para darle un recado.

--Caramba, Adriana, le has dejado muy natural.

--¿Crees que ha quedado bien?

--Está tal cual era. ¡Si parece que este durmiendo!

--María, ya que estas aquí, ¿podrías decirle a Jorge, cuando te vayas, que venga a ayudarme a meterlo en la caja?

--Claro que sí. Pero, yo he venido para decirte que han llamado del colegio de tu hijo.

--¿Le ha pasado algo a Marcos?

--No, no te preocupes que no le ha pasado nada. La profesora quiere hablar contigo cuando vayas a recoger a Marcos.

--Me has dejado muy preocupada, le preguntaré a don Tobías si puedo salir antes.

--Vale, ¿entonces aviso a Jorge para que venga?

--No, ya lo llamaré yo.


Don Tobías da permiso a Adriana, para irse más pronto a casa. Le dice que no se preocupe, que él  terminara lo que le haya quedado pendiente.
Adriana se despide hasta en lunes, pues ya es fin de semana.


En el colegio

Adriana se dirige al aula de su hijo, donde está Emilia, la profesora.

--Hola, Adriana, gracias por venir.

--Hola, Emilia, ¿Le ha pasado algo a Marcos?

--No, claro que no. Aprovecho la ocasión para decirte que Marcos va estupendamente con los estudios. El motivo por el que quería hablar contigo, es  porque hoy nos ha visitado el director de la banda de música local. Quiere formar una banda musical infantil, y ha hecho unas pruebas a algunos niños con aptitudes musicales, entre los que estaba Marcos. ¿Crees que seria posible que Marcos formara parte de la banda de música infantil?

--No sé, Emilia. Me pilla de sorpresa. Tendré que hablarlo con Marcos, pues no quisiera que esto afectara a sus estudios.

-- Adriana, piénsalo, sería una buena oportunidad para Marcos, tiene aptitudes musicales, es muy bueno. Necesitaría que me respondieras lo antes posible, ¿vale?

 --De acuerdo. Muchas gracias, Emilia, hasta pronto… ¿Marcos?

--¿Sí, mamá?

--Despídete, que nos vamos.

--Adiós, señorita.

--Hasta el lunes, Marcos.


Mientras tanto en el tanatorio

--¿Jorge?... ¿Jorge? (Vocifera don Tobias)

--¿Sí, don Tobias?

--Acérquese, ¿sabia que Adriana estaba acicalando al indigente?

--Bueno… yo… sí, lo sabía. ¿Por qué me lo pregunta?

--Por nada. Ande, ayúdeme con la caja, y trasládelo a la sala refrigerada. Tiene que estar ahí hasta mañana a las nueve, que será cuando se lo lleven al cementerio para su entierro. Y luego llévese la bolsa de sus pertenencias al crematorio…,y por favor, asegúrese de que la incinean.

--Sí, don Tobías.


Después de hacer todo tal y como se lo había dicho don Tobías, Jorge, decide llamar a Adriana para ponerla sobre aviso.


--¿Dígame?

--¿Adriana?

--Hola, Jorge, ¿pasa algo?

--Sí, Adriana, no veas como se ha puesto don Tobías al ver que has maquillado al indigente.

--Sí, no te preocupes, yo asumo toda la responsabilidad. ¿Sabes cuándo lo entierran?

--Mañana lo trasladan al cementerio a las nueve. ¿Vas a ir?

--Sí. Avisaré a la canguro de Marcos para que se quede con él un rato, y yo me pueda acercar al cementerio. Sería muy triste que no hubiera ningún conocido en su entierro.

--Creo que María también irá. Yo también iré. Pero antes tengo que recoger a mi novia al trabajo.

--Vale, Jorge, nos veremos todos allí.


CAPITULO: 4
 Un dia gris
El sábado amanece lluvioso y frío. Bien temprano se encuentran en el cementerio, don Tobías, y el representante de la administración para dar el visto bueno al entierro y rellenar todo el papeleo. Cuándo está todo conforme, don Tobías se dirige a los empleados del tanatorio encargados de llevar el cadáver, para que lo lleven al lugar donde lo van a enterar.

En el lugar, ya están los enterradores esperando las órdenes para el entierro. También están esperando, Adriana, María, Jorge, y la novia de este, Carla.
Una vez terminan los servicios funerarios, todos comentan lo sucedido.

--Jorge, ¿sabes si don Tobías le puso el chelo al indigente antes de cerrar la caja?

--Creo que no. Cuando le ayude a cerrar la caja no había nada junto a él. Además me dio claras instrucciones para que incinerara todos los objetos personales que había en la bolsa.

--Pero el chelo lo limpie, y lo deje en la leja de abajo de la camilla, listo para ponerlo en el interior del ataúd.

--Pues yo, no se nada.

--¡Mira, Jorge!, ahí viene don Tobías, voy hablar con él.

--Vale, Adriana, nosotros esperaremos aquí.

--¿Don Tobías?, quería hablarle sobre lo sucedido con el mendigo.

--Adriana, este no es el momento, ni el lugar. Ya hablaremos el lunes. (Dijo en tono brusco)

--Como quiera, don Tobías.


Nadie se percata que el inspector Hermída, y la subinspectora Ramírez, están también presentes en el entierro.

--Inspector, ¿ha oído esa conversación?

--Si, Ramírez.

--¿Cree que estos dos están implicados en la muerte del indigente?

--Las pruebas hasta ahora no son concluyentes. Pero que sigan vigilando Adriana. También daré órdenes para que otros policías vigilen a don Tobías.


Adriana vuelv con sus compañeros
--Caramba, Adriana, que pronto has llegado.

--No me ha dado ni la más mínima oportunidad de explicarme.

--Bueno, chica, relájate que es fin de semana. Hasta el lunes no le vuelves a ver la cara. ¿Te llevamos a tú casa?

--Eso sería fantástico. Tengo que recoger a Marcos, para irnos a pasar el fin de semana a casa de mi suegro, en la sierra. Tiene muchas ganas de ver a su nieto.



El campo siempre relaja

Una vez en casa de su suegro, Adriana le cuenta todo lo que ha pasado esa semana. También comenta con él, si es conveniente para Marcos formar parte de la banda infantil de música.

El tiempo pasa rápido, y ya es hora de volver a casa.

--Es una pena que os tengáis que ir ya.

--Si  que lo es. Aunque es hasta dentro de tres días, ¿no?

--Si, eso es, tengo que bajar al hospital para hacerme unas pruebas. Pero no le digas nada a Marcos, deja que sea una sorpresa.

--Como quieras. ¿Quieres encargarte tú, cuando vengas, de hacer las gestiones para que Marcos ingrese en la banda de música?

--Me encantaría.

--Hablare con la profesora mañana, y que prepare una entrevista con el director de la banda de música…, ¿Marcos?, despídete del abuelo que ya nos vamos.

--Adiós, abuelo.

--Un beso, nos vemos pronto.


Comienzan las paranoyas

Cuando bajan del transporte, y de camino a casa, pasan  por el supermercado veinticuatro horas para hacer unas compras. En el momento de pagar, a, Adriana se le atasca la cremallera del bolso, y no puede sacar el monedero. En ese momento el nuevo empleado sale a toda prisa del supermercado, anda tan distraído poniéndose el casco de la moto, que no se percata que Adriana esta en su trayectoria de paso. En el choque, se le engancha un botón de la cazadora, en la cremallera del bolso, y éste pierde el botón.


--Upss…disculpe, señora, no la he visto.

--No. Perdona tú, la culpa es mía, estaba distraída. ¿Estás bien?

--Si, bueno se me a debido caer un botó al engancharme con su bolso, pero bueno, mañana lo buscare.

--Cuánto lo siento. (Termina diciendo, Adriana)


Adriana, sale del supermercado en el momento  que el empleado pasa por delante de ella con la moto y se aleja. La vista de Adriana se va detrás de él. Adriana, no puede contener un grito de asombro cuando ve que en la cazadora que lleva puesta, tiene bordado un oso panda.

El motorista al oír el grito, da media vuelta, y se dirige hacia Adriana, se coloca delante de ella en tono amenazador dándole gas a la moto. Adriana esta horrorizada, preocupa porque le haga daño a Marcos, por eso lo esconde tras ella para que no vea la escena.

Esta acción tan extraña del motorista, no pasa desapercibida a los policías que siguen a Adriana. Quienes no dudan en prestarle ayuda, aunque no se identifican como policías.


--¿Necesita ayuda, señora?

--Oh, no, gracias, el joven ya se iba.


Éste, da media vuelta y se aleja.


--¿Esta bien, señora? (Preguntan los policias)

--Si, muy bien, gracias por su ayuda. (Tras lo cual Adriana agarra la mano de Marcos, y se aleja a toda prisa)

--¿Mamá?, no me aprietes tanto que me haces daño.

--Corre,  Marcos, corre.


Adriana, entra en su, casa toda temblorosa. Piensa que tiene que hablar con alguien, y descuelga el teléfono, pero antes que éste de señal, cuelga en seguida. ¿Y si esas personas que me están siguiendo me han pinchado el teléfono? (Se dice así misma)


CAPITULO: 5
Mañana frenetica

Esta, es la primera mañna en muchos años que Adriana llega con tiempo a la estación. Con lo cual,  consigue que en el anden, no paren de preguntarle...

--Adriana, ¿Qué te pasa?

--¿Por qué me preguntas eso?

--Porque es los años que te conozco, es la primera vez que llegas con tiempo al tren.

--Ya estaba harta de que os metierais conmigo.

--¿Seguro que no te pasa nada?, ¿Estas muy rara?

--Que sí, estoy bien. ¡Mira! ya esta aquí el tren, subamos.


En cuanto llega al tanatorio, Adriana, va a la morgue directamente. Mientras prepara todos los útiles necesarios. Jorge, pasa por la morgue para hablar con Adriana.


--¿Estas bien, Adriana? Te noto nerviosa.

--Jorge, no te imaginas lo que me esta pasando. Creo que me estoy volviendo paranoica. Creo me están siguiendo.

--¿Qué te siguen? ¿Quiénes?

--No lo se, pero desde hace unos días noto que dos personas me siguen. Creía que eran imaginaciones mías. Pero este fin de semana cuando fui a casa de mi suegro, vi a esas personas en el mismo transporte que yo tome a la ida, y a la vuelta. ¿No te parece extraño? Más tarde los volví a ver cuando acudieron en mi auxilio a la salida del supermercado.

--¿Qué te auxiliaron? ¿Qué te paso?

--El nuevo dependiente del súper, me amenazó con su moto.

--¿Qué me dices? ¿Por que?

--Esa es otra cosa, creo que ese chico tiene algo que ver con la muerte del indigente.

--¿En que te basas?

--En que su cazadora es idéntica a la que describió la policía. Llevaba un oso bordado en la espalda.

--Ahora si que creo que estas paranoica. Cazadoras como esa, debe haber miles. Pero si dices que ese chico iba en moto, seguro que tenia las dos manos… ¿verdad?

--!Claro, tienes razón, que tonta estoy¡ Gracias por escucharme. Me he quedado más tranquila. Aunque sigo pensando que su reacción no fue muy normal.

--¿Ya has hablado con don Tobías?

--No, todavía no. ¿Sabes otra cosa?

--¿Todavía hay más?

--Esta mañana, al preparar las cosas, he encontrado el chelo del indigente. Estaba donde lo deje. Lo que no se, es como se lo voy a decir a don Tobías.

--¡Jopeé, Adriana! Esto debería estar incinerado. Te la juegas si don Tobías se entera que esto está dando vueltas por el tanatorio.

--Ahora ya no lo puedo incinerar, quedaría constancia y acabaría enterándose.

--Pues, llévatelo y deshazte de el fuera de aquí.

--Si, esa parece una buena opción. (Aunque no lo dice muy convencida)


Esta sumida en su trabajo, cuando ve acercarse a, don Tobías.


--Buenos días don Tobías. Quería pedirle disculpas por no hacer lo que me dijo con respecto al arreglo del indigente. Asumo toda la responsabilidad. No obstante me gustaría explicarle por que lo hice.

--No tiene nada que explicar. Las normas son para cumplirlas. Téngalo en cuenta en lo sucesivo. Que no se vuelva a repetir.

--Si, don Tobías. Solo un detalle más, en cuanto a este asunto.

--Este asunto como usted lo llama ya esta enterrado. ¿Lo ha entendido, Adriana?

--Sí, señor.


En vista de cómo se ha desarrollado la conversación, a Adriana no le queda otra opción que llevarse el chelo dentro de una bolsa a casa, y deshacerse de él en la primera oportunidad.


Tres días más tarde

Alberto se persona en casa de Adriana, muy de mañana.

--¡Sorpresa!

--¡Abuelo!

--¿No te dije que nos veríamos pronto? Arriba, machote, que hoy te llevo yo al colegio.

--Que guay.

--Alberto, ¿te encargas hoy de Marcos, y de hablar con el director de la banda de música?

--Si, Adriana. No te preocupes.

--Gracias, Alberto. Entonces aprovecho para irme antes al trabajo.

--¿Adriana, qué es esto? ¡Guau…que bonito! Oh, que lastima, le falta una cuerda.

--Esa historia ya te la contare cuando vuelva, ahora tengo que irme. Un beso Marcos, y hazle caso al abuelo, ¿vale?

--Vale mami.


Gracias a la ayuda de Alberto, Adriana, sale de su casa con algo más de tiempo. Por lo que decide ir al trabajo por otro camino. De ese modo podrá comprobar si la siguen… Cuando se percata que efectivamente la están siguiendo, empieza a hacer memoria para determinar desde cuando empezó a darse cuenta que la estaban siguiendo.  Saca cuentas, ya hace una semana, lo que no sabe es por que la siguen.


De nuevo en el trabajo

--¿Te has enterado de lo sucedido? (Pregunta, Maria, nada mas la ve entrar)

--No, ¿Qué ha pasado?

--Han encontrado un cuerpo cerca de un vertedero que encaja con la descripción del atracador del indigente.

--¿Cómo saben que es el?

--Por que le falta la mano izquierda. También han encontrado en el mismo lugar, la cazadora con el oso bordado. Pero falta la prueba de ADN, para saber si la mano corresponde al cuerpo encontrado.

--¿Todo eso, has oido en las noticias?

--No, me lo dicho Jorge. Él lo sabe porque su novia trabaja en el hospital donde se van a realizar las pruebas de ADN.

--Pues que bien, ¿no?

--Parece que te sientas aliviada.

--Si, la verdad es que si. Tengo ganas que acabe todo esto. Bueno, María, voy a ponerme a trabajar.


Una vez termina su jornada, Adriana, pasa por un restaurante de comida para llevar. Coge para cenar, la pizza favorita de su hijo. Las últimas noticias la han dejado más tranquila. No cree que el dependiente del súper le quisiera hacer daño. Todo lo achaca a un estado de estrés.

Después de acostar a Marcos, pregunta a su suegro:


--Alberto, ¿Cómo te ha ido en el hospital?

--Me han hecho todas las pruebas necesarias. Los resultados me los enviaran a casa. Si hubiera algo malo, me avisaran por teléfono.                                                                          
¡Mira! Adriana, he arreglado el chelo. Casualmente, al venir del hospital he visto una tienda de instrumentos musicales. Y he comprado la cuerda que le faltaba. ¿Sabes que a Marcos le gusta el chelo? ¿Cómo lo has conseguido?

--¿Te acuerdas del indigente que te dije que atracaron?

--Sí.

--Pues es de el.

--¿Cómo es que lo tienes tú?

--Lo rescate de ser incinerado para ponerlo junto al cuerpo del indigente dentro de la caja. Pero antes de terminar el trabajo, me llamaron del colegio de Marcos. Y se me olvido referírselo a don Tobías. De modo que se quedo en el tanatorio. Ayer, cuando quise explicárselo a  don Tobías, no me dejo decir nada.  Así es que, no me ha quedado otra opción que traerlo a casa para deshacerme de el.

--Vaya, y ahora llego yo, y lo arreglo.

--Quizás haya sido lo mejor, la verdad es, que me da mucha pena tirarlo, me trae buenos recuerdos.

--¿Sabes una cosa, Adriana?

--¿Qué?

--Cuando le estaba cambiando la cuerda, aquí en la parte trasera del chelo, y muy bien camuflada, he encontrado esta llave.

--Déjame ver.

--Parece la llave de una consigna de la estación.

--¿Qué vas hacer con ella?

--Mira, Alberto, en todo este asunto hay algo que no me encaja. Desde el primer día me he preguntado, ¿por qué atacaron a esa persona? No tenia aspecto de drogadicto, parecía una de esas personas que no se meten con nadie. Yo estoy acostumbrada a fijarme en los detalles de las personas, y en este caso hay algo que no termino de encajar.

--A pesar de eso, tendrás que hablar con la policía, ¿no crees?

--Sí, pero antes tengo que averiguar que hay dentro de esta consigna. (Le cuenta un plan a su suegro)


CAPITULO: 6
Cada uno hace su parte del plan.

Todo parece salir esa mañana como estaba previsto. Una vez que Alberto, ve salir a su nuera con Marcos, en dirección al colegio. Ve como unas personas les siguen. El aprovecha y sale en dirección a la estación. Cuando llega, busca el pasillo de las consignas. Hace unos cuantos intentos, y se abre una de ellas. Dentro hay una billetera y una foto antigua. Lo pone todo dentro de una bolsa. Y se marcha a casa.

Para Adriana, el día se le esta haciendo muy largo. Tiene muchas ganas de volver a casa para ver si su suegro ha encontrado la caja correcta. Y si es así, ¿Qué habrá encontrado dentro? La verdad es que no sabe en el lio en el que se esta metiendo, ni tampoco como saldrá de el. Pero ahora cuenta con la ayuda de su suegro. En cuanto llega a su casa pregunta a su suegro.


--¿Has encontrado la caja?

--Si, no ha sido muy difícil. Resulta que había un cartel que decía que no se usaran las cajas, que si alguien tuviera algo dentro de alguna caja, que lo sacara lo antes posible porque iban hacer reformas. De manera que como estaban casi todas abiertas, encontrar la caja correcta ha sido fácil.

--¿Te ha visto alguien?

--No, nadie que levantara sospecha.

--¿Lo has recogido tal y como quedamos?

--Sí, me he puesto los guantes. Y el contenido de la caja lo ha metido en la bolsa de plástico hermética que me diste.

--¿Has visto algo?

--Solo lo que se aprecia a simple vista.

--Veamos, me pondré unos guantes para no dejar huellas… ¡Una billetera! Quizás contenga una identificación… ¡Mira! Se llamaba Víctor Iván, fíjate en el año de nacimiento, tenia treinta años. Además viene una dirección de una residencia de ancianos, con un nombre de mujer. No lleva dinero, que raro, ¿no? Y…, ¿esta foto?...es antiquísima, fíjate en el hermoso bigote que lleva el señor que tiene a esos dos bebes en brazos.

--Déjame ver, esta foto, por el entorno, parece tomada en un hospital, y esos recién nacidos, yo diría que son gemelos, son como dos gotas de agua.

--Alberto, ¡mira el reverso de la foto! Tiene pegado, dos mechones de pelo, atados independientemente. Si te fijas, cada mechón, esta pegado por detrás haciéndolo coincidir con la cabeza de cada bebé. ¿No te parece muy extraño todo esto? ¿Con que intención lo habrán hecho así?

--Adriana, creo que te tengo que dar la razón. Este caso es muy raro. Según lo veo yo, esto requiere la mano de unos expertos.

--¿Te podrías llevar el sábado a Marcos, a tu casa? Yo, iría el domingo a recogerlo, de ese modo dispondría de más libertad para hacer las cosas que tengo previstas hacer ese día.

--Claro, pero ¿no te meterás en dificultades, verdad?

--No, no te preocupes, llevare cuidado. Solo, que me gustaría ir a esa residencia de ancianos para ver quien esta allí. Y luego hablaría con la policía para darle la llave.

--Me parece bien. ¿Qué hacemos con esto?

--Lo mejor sera que lo dejes en la consigna tal y como lo encontraste. Lo llevaría yo, pero si me siguen, me podría meter en dificultades, ¿no crees?

--Sí, lo mejor será que lo lleve yo.

--Gracias, Alberto.


Toda precaucion es poca

Adriana, sale de su casa muy temprano en la mañana del sábado, antes de que sus seguidores estén delante de su casa. Va en dirección a la residencia de ancianos. Una vez en la recepción de la residencia, Adriana, pregunta por el nombre que venia en la documentación que encontraron en la consigna de la estación. Para su sorpresa, le confirman que esa señora se encuentra en la residencia, y le dan el número de la habitación. No sabe que le va a decir, pero sigue adelante. La puerta de la habitación esta entre abierta, de manera que toca...y, se oye una voz frajil...


--Adelante, pasa, hoy has venido más temprano de lo habitual.

--Perdón, ¿Cómo dice? (Contesta Adriana, a la ancianita que esta dentro de la habitacion mirando a traves de la ventana)

--Ayer, me dijeron que hoy vendría una chica nueva para sacarme a pasear. Pero yo pensaba que vendrías a la misma hora que la anterior.

--Ejem,…Bueno, a decir verdad, he empezado la ruta de otro modo, por eso estoy con usted más pronto. ¿Vamos?

--Si, acércame mi bastón.

--Vaya, un bastón blanco.

--Si, no te han dicho que soy ciega.

--Bueno, es que estoy algo nerviosa.

--Puedes relajarte, no como personas, solo soy ciega, ¿Cómo te llamas?

--Me llamo Adriana, ¿Cómo quiere que la llame a usted? ¿María de las Mercedes?

--Mercedes, a secas.

--Está bien, Mercedes, como yo soy la nueva, le dejo que usted me guíe durante este primer paseo juntas, ¿le parece?

--Esto si que esta bien, una ciega haciendo de guía. Pero vale me gusta tu estilo. Salgamos al jardín por la derecha. Y ahora, ya puedes hacerme la pregunta.

--¿La pregunta? ¿Qué pregunta?

--Sí, esa que le ronda a todo el mundo siempre que ven a una persona ciega.

--Vaya, que poco originales somos todos. ¿Ha nacido ciega?

--Ves, ya sabía yo que querías hacerme esa pregunta. Y yo, ya tengo la respuesta estándar.  No, me quede ciega cuando di a luz a mis hijos. Tuve unas complicaciones en el parto. Como consecuencia de ello me quede ciega.

--Vaya, cuanto lo siento. ¿Y su hijo nació bien?

--Sí, pero tuve dos hijos, fueron gemelos, aunque solo sobrevivió uno, el otro murió al poco de nacer.

--Perdone, Mercedes, supongo que esta conversación le causara mucho dolor. No quisiera abrir viejas heridas, si no quiere seguir hablando no lo haga.

--Sí, son recuerdos muy dolorosos, ¿puedes hacerte una idea de lo que es salir del hospital llevando en una mano un bebé, y en la otra un ataúd? Eso dejó una marca en mi vida difícil de borrar.

--Por desgracia, Mercedes, la puedo entender a la perfección. A mí me pasó algo parecido, casi el mismo día que di a luz a Marcos, mi hijo, perdí a mi marido en un accidente de tráfico.

--Cuanto lo siento, Adriana. Entonces sabrás, que aunque sea doloroso hablar de estas cosas, es bueno hacerlo por que son recuerdos que nos unen a ellos.

--¿Viene su hijo a verla?

--Viene todos los Domingos. Aunque este pasado no vino, y es raro, por que cuando no puede venir me llama por teléfono, pero tampoco he recibido ninguna llamada de el. Me tiene un poco preocupada, pero seguro que estará de gira, dando algún concierto.

--¿Es músico?

--Sí, toca el chelo, lo toca como los mismísimos ángeles.

--Bueno, Mercedes, ya hemos dado la vuelta, ¿necesita algo más de mí?

--No, muchas gracias por tu ayuda.

--Caramba, Mercedes, tiene toda la mesita llena de fotos. ¿Esta foto de hospital, es usted con su hijo? Que hermoso bigote tiene el señor que esta su lado, ¿es su marido?...


…Por el pasillo, se oyen las voces de las enfermeras presentando a las internas, a la nueva chica que les dará los paseos. Al oír las voces, Adriana da un giro repentino, y sin darse cuenta, da con el codo a una de las fotos, y al caer al suelo se despega el porta-fotos.


--Cuanto lo siento, Mercedes, se ha despegado el porta fotos… (No puede creer lo que está viendo, al recoger los trozos de la foto, se da cuenta que en el reverso de la foto hay  pegado un mechón de pelo atado. Como la foto que guardaba Víctor Iván, en la consigna)                                                      

--¿Le parece que me lo lleve a casa, y el próximo día se lo traiga arreglado?

--Esta bien, Adriana, si no te es una molestia.

--Claro que no, es lo menos que puedo hacer. Adiós, Mercedes.


Antes que las enfermeras se enteren que ha suplantado a la otra chica, se marcha rápido de la residencia.                                                                                                                                                  
 Se dirige a su casa en taxi, para llegar antes de que su suegro se haya marchado. Una vez en casa, comenta a su suegro que ella se hará cargo de devolver los objetos personales de Víctor Iván, en la consigna.


Acto seguido, llama a Jorge, por teléfono. Esta tramando algo

--¿Dígame?

--¿Jorge?

--Dime, Adriana.

--¿Podría hablar con tu novia?

--¿Con Carla?

--Sí.

--Ahora mismo esta aquí conmigo, la estoy llevando al hospital, porque  empieza su turno. ¿Quieres hablar con ella?

--¿Preguntale si nos podemos ver ahora en el hospital?

--Me dice Carla que sí.

--Gracias, hasta ahora.


Un rato mas tarde…


--Hola, Jorge.

--¿Por qué tanta urgencia?

--Jorge, creo que he averiguado algo con respecto al indigente. Y quisiera pedirle a Carla, un favor.

--¿De que se trata, Adriana? (Pregunta Carla)

--Verás, Carla, es un poco largo de contar. Pero te lo resumo. Tengo que analizar estos cabellos, para ver si están emparentados.

--¿Quieres que les haga una prueba de ADN?

--Sí, Carla, ¿podrías hacerme ese favor?

--Adriana, me pones en un compromiso. No se que decirte.

--Jorge, ahora ya estoy segura de que me están siguiendo, creo que me relacionan con la agresión del indigente. He estado haciendo averiguaciones, no estoy muy segura, pero creo que esta foto que estaba en poder del indigente es la clave. Necesito saber el ADN de estos tres mechones.


--¿Que estaba en el poder del indigente?¿De que me hablas? ¿En que te estas metiendo, Adriana? (Dice Joge, en tono de reproche)
--Adriana, yo te entiendo…pero no puedo hacer ninguna prueba de ADN sin el tramite del hospital.  (Comenta Carla, negandose de plano)

--Carla, piensa en algo, necesito esa prueba.

--¿Quizás…, si Jorge pidiera una prueba de paternidad?

--Jorge, ¿Qué dices?

--No se, Adriana,…esto podría traerme consecuencias si me relacionan con la muerte del indigente.

--Sí, se que es mucho pedir, pero no te lo pediría si, no fuera mi única opción.

--Esta bien, lo hare. Carla, ¿Qué tengo que hacer?

--A ver, Adriana, déjame esas fotos...Estas fotos están hechas en este hospital.

--¿Qué me dices, Carla? ¿Cómo lo sabes?

--Por que en las sabanas están grabadas las iniciales M. P. “Monte de Piedad”, el nombre de este hospital. Además, yo he visto fotos similares a estas en algunas de las paredes del hospital. Antiguamente este hospital tenía contratados los servicios de un fotógrafo que hacia  fotos a las parturientas cuando salían con sus bebés.

--¿Carla?

--¿Qué?

--Te voy a pedir otro favor.

--Me das miedo, Adriana.

--¿Podrías mirar los archivos del hospital? Necesitaría saber si esta mujer tuvo gemelos, y si ves algo raro en su historial. Te apunto en este papel el nombre y la fecha aproximada, para que me busques información al respecto.

--No te prometo nada, Adriana... ¿Jorge?, ve a la ventanilla de admisión, y pide unos impresos de paternidad. Mientras los rellenas, yo tomare las muestras de estos mechones. Espera un momento Adriana, y ahora te devuelvo las fotos.

--Muchas gracias, Carla. ¿Cuándo tendré los resultados?

--El martes te daré los resultados definitivos.


 CAPITULO: 7
Un giro inesperado

Este martes, hay mucho trasiego en el tanatorio, ha fallecido un alto cargo del consistorio. Y numerosas personalidades llegan para dar sus condolencias a los familiares.
Como requiere la ocasión, todos los empleados del tanatorio están a disponibles para atender a los numerosos asistentes.                                                                                                                                                 

En medio del tumulto, María, dice a Adriana.

--¿Conoces al hijo de don Tobías?

--No.

--Resulta que es el novio de la hija del fallecido.

--¿Cómo lo sabes?

--Me he enterado, cuando se presentaban a algunos de los altos cargos.

--¿Quién es?

--¿Ves a aquellas tres parejas, que hay junto al ascensor?

--Sí.

--Pues el que acaba de estornudar…se le notaba bastante congestionado cuando ha venido al mostrador a pedirme unos pañuelos… ¿Adriana?... ¿Adriana? Por favor, Jorge, ayúdame. Algo le ha pasado a Adriana.


Adriana, ha perdido el sentido por unos instantes, gracias que había un sofá cerca, todo a pasado inadvertido a los visitantes.


--¿Estas bien? Toma un poco de agua. Vaya susto nos has dado.

--Sí…no se que me ha pasado, quizás sea el calor. Voy a refrescarme un poco.

--¿Quieres que te acompañe?

--No, gracias, María, estaré bien.


En realidad, lo que quiere hacer Adriana, es buscar al hijo de don Tobías. Le recuerda a alguien, por eso quiere verlo otra vez. Lo ve coger un pañuelo de una de las muchas cajas que el tanatorio ha distribuido por todo el hall.
Una vez que se limpia la nariz, deja el pañuelo  de papel, en uno de los ceniceros que por suerte, se encuentra vacío. Adriana, como empleada, lo retira sin levantar sospecha. Una vez tiene el pañuelo en su poder, lo introduce en una bolsa para análisis, y se lo guarda en el bolsillo.                                                    

Jorge, se acerca a Adriana, y le pregunta.

--¿Ya estas bien?

--Si, gracias… ¿Jorge?

--Dime, Adriana

--Tengo que darle esta bolsa a Carla, para que haga una comparación de ADN con los cabellos que le deje el otro día.

--Buenos días. Perdonen la interrupción.

--Buenos días, señor, ¿en que le puedo ayudar?

 --Soy el inspector Hermída. ¿Es usted Adriana?

--Sí.

--¿Podría acompañarnos a la comisaría, por favor?

--¿A la comisaría? ¿Para que?

--Tenemos que hacerle algunas preguntas.

--¿Sobre que?

--Es mejor que nos acompañe, allí se enterara.

--Tenía un trabajo pendiente.

--¿Puede encargarse otro empleado?

--… ¿Jorge? ¿Te puedes encargar tú de llevar esta bolsa? …Susurra: -Llévaselo a Carla, por favor, necesito los resultados.


En la comisaria

El inspector, lleva a Adriana, la sala de interrogatorios de la comisaría. Al cavo de un buen rato, entra junto con la subinspectora Ramírez. Lleva una carpeta y unos botellines de agua.


--¿Podría decirnos dónde estaba el lunes día ocho, a las nueve treinta de la mañana?

--En el andén de la estación del Norte.

--¿Quiere pensarlo de nuevo?

--No, todos los días laborables  a esa hora estoy bajando del tren. Mi tren, llega a las nueve treinta todos los días. Yo estoy en la estación a esa hora.

--¿Recuerda que paso ese día en la estación?

--Parece ser que hubo un accidente.

--¿Conocía usted al indigente que cayó a las vías?

--De vista, tocaba el chelo en ese apeadero.

--Mire estas cinco fotos, y dígame si reconoce a alguien.

--Sí, reconozco a estos dos. Este es el indigente que atracaron, y este…es…uno de los empleados del supermercado donde hago mis compras.

--Vamos a visionar unas escenas…
¿Qué nos puede decir de lo que ha visto?

--Eso fue al día siguiente de ocurrir el accidente en la estación. Al llegar a la estación, me fije en las flores que algunas personas habían puesto en memoria del indigente, incluso le habían escrito cosas, y encendido velas. Eso me emociono… no se, como un acto reflejo me volví para ver donde se suponía que fue arrojado. Pero nada más.

--¿Qué nos puede decir de este otro joven? El ex-empleado de supermercado.

--¿Ex-empleado? Lo que se de ese chico, es, que trabaja en el súper, y la última vez que le vi, fue el domingo por la noche, el salía de la tienda cuando tropezó conmigo.

--El domingo por la noche fue cuando lo despidieron. Pero, ¿dígame?¿se ha sentido amenazada por este joven?

--…Tras un silencio: Sí, fue el domingo, al salir del súper, él se nos acerco de modo temerario con su moto, yo temí por mí y por mi hijo. Doy gracias a unas personas que me auxiliaron. No se que hubiera pasado, si ellas no hubieran intervenido.

--¿Por qué cree que reacciono así el joven? ¿Le hizo usted algo?

--No, no se por que reacciono así.

--¿Seguro que nos lo esta contando todo?

--Verá, cuando el joven se alejaba con la moto, vi que en la cazadora llevaba bordado  un oso panda. Como el que decían las noticias que llevaba el atracador del indigente. De manera que me asuste y pegue un grito. Estoy segura que me oyó, por eso creo que se dio media vuelta, para ver que me pasaba. Pero yo no me lo tome bien, todo lo contrario, sospeche de él. Estoy segura que fue culpa mía, estaba paranoica esos días. Hasta llegue a pensar que me seguían. ¿Puede usted creerlo? Pero cuando me entere que habían encontrado al sospechoso, y también la cazadora en cuestión, me tranquilice.

--Esta usted en lo cierto, yo mande que la siguieran.

--A mí… ¿Por qué?

--Nos pareció sospechosos su gesto en el lugar de los hechos.

--¿Creían que yo tenia algo que ver con la agresión del indigente? ¿Por qué no han hablado conmigo antes?

--Sus movimientos a partir de entonces, fueron muy sospechosos. ¿Qué nos puede decir de una bolsa grande que saco del tanatorio?

--Vaya…era, era, era el chelo del indigente.  –Dijo, pasándose las manos por la frente, y abriendo una de las botellas de agua de la que dio unos tragos-
No es lo que ustedes puedan pensar, yo apreciaba al indigente, me parecía una buena persona…yo, yo no le haría nada malo, créanme.

--¿Qué estaban tramando usted y su jefe el día del entierro del indigente?

--No se, ¿a que se refiere?

--Su jefe le dijo en el cementerio: que ese no era ni el lugar, ni el momento, para hablar de lo relacionado con el indigente. ¿A que se refería?

--Mi jefe me mando, que como no había familiares que se hicieran cargo de los gastos de funeral. Que solo le hiciera los servicios mínimos para que no le costara mucho a la administración. Pero no le hice caso y lo arregle. Lo hice por mí, por verle con el aspecto al que yo estaba acostumbrada verlo. No hubiera podido quitarme su cara de mi cabeza si no lo hubiera hecho. Cuando se entero mi jefe de lo que hice, monto una escena con otro empleado, pues yo ya no estaba en el tanatorio. Por eso en el cementerio le quise dar mis explicaciones, pero como ustedes bien saben, no me lo permitió.

--Adriana, le voy a enseñar otra foto, le advierto que es muy desagradable. Aunque por su trabajo quizás este acostumbrada a ver cuerpos así.

--Uf... ¿Quien es, el delincuente que encontraron en el vertedero?

--Sí, ¿lo reconoce?

--Eso es prácticamente imposible. Tiene el rostro muy deteriorado.

--Nos ha dicho antes, que se quedo mas tranquila cuando supo que se había encontrado junto al cuerpo la cazadora con el oso panda bordado en la espalda.  ¿Cómo ha llegado a saber lo de la cazadora? Ese dato se omitió al hacer el comunicado a la prensa.

--Pues no lo recuerdo ahora.

--Adriana, no nos tome el pelo, sabe que por esto la podemos retener en la comisaría.

--Quiero un abogado, ustedes no tienes ninguna prueba para retenerme.

--Hasta el asunto de la cazadora, todo su testimonio tiene coherencia. Pero en estos momentos si hay indicios.

--Necesitamos que nos facilite su D.N.I. para hacer una fotocopia, y añadirla a su declaración.  -Adriana, busca y rebusca en el bolso el documento de identidad, al no encontrarlo, saca todo lo que tiene dentro del bolso-. ¡ Oh, no, cielos !

--¿Qué es eso?

--Es el botón de la cazadora del empleado del súper, con el que me tropecé el domingo. Se le engancho con la cremallera de mi bolso. Todos pensamos que se cayo al suelo pero fue a para dentro de mi bolso.

--¿Esta segura que es de la cazadora de ese joven?

--Totalmente, ¡mire! Tiene parte de la tela de la cazadora, debido al fuerte tirón que pego.


El inspector, tras meterlo en una bolsita, le dice a la subinspectora:


--¿Ramírez?, por favor, llévelo al laboratorio para analizar. Que comprueben si pertenece a la cazadora encontrada con el agresor. Además, envié una patrulla al supermercado para que le den las cintas de video de seguridad del domingo por la noche para visualizarlas. Y, haga una fotocopia al D.N.I.

-De acuerdo, inspector…

--Adriana, aquí tiene su D.N.I.

--Inspector, ¿cree que me puedo ir? Tengo que recoger a mi hijo.

--Sí, por ahora hemos terminado.


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Una vez que llega a casa con Marcos, al abrir la puerta ve un sobre en el suelo. Es de Jorge, son los resultados de las pruebas de ADN realizadas a los mechones. Los resultados demuestran que son idénticos,  ¿Idénticos? No puede ser, eso es imposible. Adriana, hace una investigación sobre el tema en internet, y saca sus conclusiones. Claro eso tiene que ser. -Piensa que ya va siendo hora de dejar cada cosa en su sitio. Piensa en voz alta: Mañana, si ya no me siguen, pondré las cosas del indigente en la consigna-.También tengo que llevar el porta fotos ya arreglado a Mercedes. Además, tengo que llevar la llave que encontró Alberto, en el chelo, a la policía. Cuando lo tiene todo bien preparado, suena el timbre de la puerta. Ella piensa que es Jorge.
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--Buenas noches. ¿Es usted, Adriana?

--Si, ¿quienes son ustedes?

--Policías, traemos una orden de registro.

--¿Una orden de registro? Por favor mi hijo esta durmiendo, ¿pueden armar menos jaleo? Van a despertarlo.


El jefe de policía, le entrega la orden a Adriana. Mientras los otros policías que le acompañan en el registro, ponen todo patas arriba. Miran por todos los lados de la casa, cuando llegan a la cocina, ven unas bolsas preparadas encima de la mesa de la.


--Por favor, tengan cuidado con eso, es mi comida para mañana, que me he dejado preparada. Y, el termo con el café.

--Aquí no hay nada, jefe.

--Y ustedes, ¿han encontrado algo?

--Hemos encontrado este sobre, y el chelo.

--Permítanme, no creo que esto les incumba, es una prueba de  paternidad que ha pedido el padre de mi hijo para no pagarme la manutención.

--Esta bien, cojan el chelo, y vayámonos.


Tras quedarse sola, da un respiro de alivio. -Uf…me he librado por los pelos. Menos mal que no han visto ni las fotos, ni la billetera del indigente que tenía preparada en la bolsa de la comida. Se dijo a si misma-


CAPITULO: 8
Al día siguiente, en cuanto llega a la estación, mete las cosas del indigente en la consigna. Piensa que es una suerte que la policía ya no la siga. Pero ¿Cómo hará para darle la llave a la policía? Pensando es esto llega a su trabajo. Allí la están esperando el inspector y la subinspectora.


--Adriana, necesitamos hacerle algunas preguntas más.

--¿Podrían esperar hasta que termine mi trabajo?

--Sí, acérquese a la comisaría cuando acabe su trabajo.

--Bien, creo que llamare a mi suegro para ver si puede venir y hacerse cargo de Marcos.

--¿Qué pasa, Adriana?

--Jorge, anoche estuvo la policía en mi casa haciendo un registro. Me relacionan con la agresión al indigente.

--¿Crees que Carla o yo nos veremos implicados?

--No lo creo, yo no te he mencionado ni a ti, ni a Carla, para nada. Cuando  vieron el informe de ADN, les dije que eran los resultados de paternidad que había hecho mi ex-pareja, para no darme la manutención de Marcos.

--Entonces, ¿por qué te relacionan?

--No tengo ni idea, pero no te preocupes, no tienen pruebas de nada, lo único es, que en el registro han encontrado el chelo.

--Eso si te traerá consecuencias, y no solo a ti, también al tanatorio. No quiero ni pensar en como se pondrá don Tobías, cuando se entere que te has llevado un objeto de uno de los fallecidos a los que el tanatorio ha prestado sus servicios

--Si, de eso no se como voy a salir. ¿Sabes?, después del trabajo tengo que ir a comisaría otra vez.

--Espero que te vaya bien. ¿Si necesitas algo?

--He llamado a mi suegro para que se haga cargo de Marcos. Pero yo tenía que hacer una visita para llevar un regalo, y no la voy a poder hacer. ¿Podrías hacerla tú?

--Si es solo eso.

--Aquí en el paquete te escribo la dirección y el nombre. Por favor, comentale que en cuanto me sea posible iré personalmente.

--Lo llevare cuando salga del trabajo. Me pilla de camino.

--Muchas gracias, Jorge; no sabes cuanto te lo agradezco.


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Adriana, sale del trabajo. Se pone la llave de la consigna, en el bolsillo pequeño del pantalón vaquero para tenerla a mano.
 Una vez en la comisaría, pregunta por el inspector Hermída. Y la llevan de nuevo a una sala de interrogatorios.


--Hola, Adriana, la hemos hecho venir porque queríamos que viera unas imágenes de vídeo…fíjese en este punto en concreto.

--Si, me acuerdo perfectamente de ese momento, ahí es cuando el empleado del súper se tropezó conmigo. En ese preciso momento, el botón de su cazadora se engancho con la cremallera de mi bolso. Pero ¿que importancia tiene eso ahora?

--Mucha, los análisis demuestran que el botón que nos dio cuando la interrogamos anteriormente, pertenece a la cazadora hallada junto al cadáver del agresor. Lo que prueba el incidente del botón, es, que el dependiente y el agresor del indigente se conocían. También prueba que el dependiente sabía donde estaba tirado el cadáver, ya que fue allí para dejar la cazadora después del domingo, que fue cuando se le engancho el botón en su bolso.
 Sabemos que la cazadora fue puesta días después porque no tenía los fluidos de descomposición del cadáver, como los que sí encontramos en el resto de la ropa que llevaba puesta el cadáver.                                                               

Otra cosa, Adriana, ¿Qué me puede decir de ese chelo? –Pregunta el inspector señalando al instrumento que recogieron los policías cuando registraron su casa-

--Ese chelo es del indigente. Lo tenía en mi casa porque…-Adriana, pasa a contarle toda lo relacionado al chelo, al inspector-

Después de lo cual, el inspector recibe una llamada de teléfono,  y sale de la sala de interrogatorios…


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Adriana, se queda sola en la sala de interrogatorios, tiene el chelo ante si, cree que esa es una oportunidad de oro para devolver la llave a su sitio. Muy disimuladamente la coloca en el compartimento secreto del chelo.                                                                                                         
 La llamada que recibió el inspector, era una estrategia para dejar a Adriana a solas con el chelo. Querían saber si ella sabía algo de ese compartimento, y en caso afirmativo ver su reacción. Tras el espejo que había en la sala, los inspectores y el comisario, ven todos los movimientos de Adriana.
…Después de unos minutos, el inspector, entra de nuevo a la sala de interrogatorios.
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--Bueno, ¿por donde íbamos? A si, ¿puede decirme algo más del chelo?

--No, creo que eso es todo.

--Le enseñare otros videos. Este es de hoy… dígame ¿Qué esta haciendo usted en las consignas de la estación?...
¿No me dice nada?... Creo que le interesa decirme la verdad, Adriana. Tal  y como yo lo veo, si usted hoy ha metido unos objetos en la consigna de la estación, es porque los ha sacado antes. Lo que nos ha llevado a pensar que, si la hemos estado siguiendo, y sabemos todos sus movimientos, sabemos que no los ha sacado usted, lo que nos lleva a una conclusión: que tiene que tener un cómplice.
Así que sabiendo el número de consigna donde ha metido ciertos objetos hoy, hemos visionado otros días hasta que nos ha aparecido este que veremos ahora…
Nos lleva a este señor mayor, como se ve en el video, abre la consigna. Fíjese bien Adriana, lleva guantes, y mete las cosas dentro de una bolsa hermética. Usted, también ha tomado esas mismas precauciones cuando los ha devuelto esta mañana.                                                                   
Hemos seguido rastreando los vídeos hasta llegar a la mañana del lunes, el día que agredieron al indigente. Observe, poco después de llegar a la estación, el indigente se dirige a esa consigna, y deja dentro una billetera y una foto. Hace eso cada día al llegar, y los recoge cuando se marcha. Nosotros sospechábamos que el indigente hacía eso, pero al no saber que caja era la que utilizaba. Pusimos un aviso para que los usuarios dejaran de usarlas, e incluso las vaciasen, con la escusa de que se iban a realizar unas obras. Pero usted hoy, nos ha dado la respuesta. ¿Por qué, Adriana, por que, atacar a un indigente?

--A no, eso si que no, a mi no me cargue el muerto. Yo, sí he sacado esos objetos, y los he vuelto a meter.  Vera, inspector, no entendía porque atacaron al mendigo, y movida por la curiosidad, he hecho esas averiguaciones. Pero no tengo ningún cómplice de nada. Mi suegro se ofreció a ayudarme, cuando fue a sacar los objetos, lo hizo por que a mi me seguían, yo no sabia que era la policía. Yo creía que querían hacerme daño, llegue a temer por mi vida y por la de mi hijo. Por eso he hecho todo eso, y algunas cosas más.

--¿Qué me dice de la llave de la consigna? ¿Cómo sabia que el mendigo la escondía en el chelo?

--¿Cómo dice?

--Cuando he recibido antes la llamada de teléfono, era solo una señal para dejarla a solas con el chelo. Necesitábamos saber si usted sabía lo del compartimento secreto. Y si era así, ver lo que haría al dejarla a solas con el chelo. No nos defraudado, veamos si ha puesto la llave en su sitio.

--Inspector, tiene que creerme. Yo no le he hecho nada al indigente. Todo lo que usted me esta diciendo son pruebas circunstanciales. Le he dado una explicación coherente de todo lo que me ha preguntado. Además, si mira en los videos de seguridad, sabrá que yo no estaba presente cuando ocurrieron los hechos. Y, otra cosa ¿que móvil tendría yo para querer agredir a un indigente? Dígamelo.

--Eso es lo que quiero averiguar.

--Pues busque por otro lado, porque yo no tengo nada que ver con tal agresión.

--Tenemos que hablar con su suegro. Mandare a unos policías para que lo traigan.

--Señor Hermída, mi hijo adora a su abuelo. Hágalo de un modo discreto. ¿Le parece que llame a la canguro para que cuide Marcos, y así pueda venir mi suegro sin que lo recoja ningún coche de policía? Se lo pido por favor. Le prometo que nosotros somos inocentes.

--Esta bien, haga esa llamada.


Una vez que Adriana llama a la canguro, y a su suegro. El inspector habla con Alberto, y le pide que se acerque cuanto antes a la comisaría.
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En otra sala de interrogatorios, se encuentran el inspector Hermída, y la subinspector Ramírez, interrogando al suegro de Adriana.
Tras el espejo que hay en la sala se encuentra el comisario. Es muy posible que en las próximas horas se hagan las detenciones de los culpables. Por eso el comisario quiere presenciar estos interrogatorios.


--Veamos, señor Alberto, ¿qué tiene usted que ver con la agresión que causo la muerte del indigente?

--Ninguna, cuando ocurrieron los hechos, yo estaba en la sierra, donde vivo.

--Pero usted fue cómplice con su nuera ¿no es cierto?

--De ninguna manera. Le digo que no tengo nada que ver con la agresión. Y mi nuera, tampoco.
Mire, mi nuera perdió a su marido en un accidente de trafico prácticamente el mismo día que dio a luz. Ese accidente no se esclareció del todo. Aunque ella no dice nada, yo se que no se ha recuperado del todo de ese trauma.
Mi nuera apreciaba mucho la música de ese indigente, decía que le tranquilizaba el alma. Por eso, cuando éste sufrió la agresión se volcó en averiguar quienes, y por que lo hicieron. Pero tenga la seguridad, señor Hermída, que no hay otra intención en lo que ha hecho mi nuera.

--¿Como sabían donde encontrar la llave de la consigna donde guardaba sus efectos personales?

--La encontré por casualidad, fue cuando le cambie una cuerda que tenia rota.

--¿Por qué tomo tantas medidas de seguridad al recoger los efectos personales de la consigna?

--Eso me lo dijo mi nuera. Ella pensaba colocar todo lo que se encontrara en la consigna de nuevo en su sitio, tal y como estaba, sin huellas de nadie que no tuviera nada que ver con los sucesos…
Mire, inspector, me han diagnosticado cáncer irreversible de próstata. Así es que…, no me queda mucha vida. Para mi seria muy fácil culparme de los hechos, si creyese que fue mi nuera quien lo hizo…, lo haría para salvarla a ella, y también por que mi nieto no perdiera también a su madre. Pero se que ella es inocente, y la respuesta de quien lo hizo la encontrara en la consigna, en los efectos personales del indigente.

--¿Qué quiere decir?

--Que investiguen por ese camino. Y nos dejen libres, a  mí, y a mi nuera.


Suena el teléfono, y el inspector debe salir de la sala.
El comisario, cree que los testimonios de Adriana y Alberto, son coherentes. Les dice que los dejen libres. Pero que hable primero con Adriana sobre la pista que les ha dado su suegro.


--Bueno, Alberto, con usted hemos terminado de momento. Puede esperar a su nuera en la entrada.

--Bien, esperare.


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--Adriana, hemos estado hablando con su suegro. ¿Qué es lo que han descubierto al ver las pertenencias del indigente?

--Eso les toca a ustedes descifrarlo, creo que en esa consigna esta la clave para resolver este caso. A mi no me ha dado tiempo de averiguarlo, pues era hoy el día clave para saber la respuesta. Pero ustedes me han retenido.

--Esta bien, Adriana, puede marcharse, su suegro la esta esperando en la recepción.

--Gracias, adiós.
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De camino a casa, hablan de lo ocurrido. Alberto aconseja a su nuera que se tranquilice, que no se meta en más líos, y que deje todo en manos de la policía. Tiene que pensar en su hijo Marcos.

--Alberto,se que tienes razón. Pero hay un detalle que es vital para la investigación, y creo que se le va a escapar a la policía.


CAPITULO: 9
Al día siguiente, en el tanatorio, don Tobías quiere hablar con Adriana. Ésta, entra en el despacho:


--Buenos días don Tobías, ¿quería verme?

 --Buenos días, pase. ¿Qué es lo que esta pasando? ¿La policía la ha llamado a declarar? ¿Hay algo que yo deba saber?

--En realidad si, yo se lo quise decir en su día, pero usted no me dejo que me explicara. Resulta que…-le relata todos los hechos relacionado con el chelo del indigente-

--Entonces, ¿lo ha aclarado todo con la policía?

--Sí.

--Bien, pues no pasa nada. Si hay algo más que yo deba saber, ya me lo dirá.

--Gracias por su comprensión, don Tobías. Voy a seguir con el trabajo.


Al salir del despacho de don Tobías, Adriana se encuentra a Jorge:


--¿Jorge? Estoy que alucino.

--¿Qué pasa? ¿Ha ido todo bien con don Tobías?

--Súper bien, estaba tan manso que no me lo puedo creer.

--Oye, Carla me ha dado este sobre para ti. Creo que es el resultado del pañuelo que me diste. Carla, me ha dicho que es una bomba.

--A ver…Ajá, yo estaba en lo cierto. He de hablar con el inspector.

--¿Qué has descubierto?

--¿Te ha dicho algo Carla?

--No, dice que es para protegerme.

--Yo también creo que es mejor para ti que te mantengamos al margen.


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Una vez en la comisaría, Adriana comenta con el inspector Hermída, el resultado de la prueba de ADN del pañuelo.
Tras las declaraciones de Adriana, el inspector manda llamar al comisario para que vea el giro que puede tomar la investigación.
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Cuando Adriana sale de la comisaría, decide ir a la residencia de ancianos para hacerle una visita a Mercedes, la madre de Víctor Iván.


--Buenas tardes, ¿Mercedes, se acuerda de mi?

--¿Adriana?

-- Sí, ¿Cómo esta?

--Con ganas de que demos otro paseo.

--Eso esta hecho, ¿vamos?

--Sí, pero dime, Adriana, ¿quién eres realmente?

--¿Qué ha sabido de su hijo?

--La policía ha estado aquí esta mañana, y me han dicho que Víctor Iván tuvo un accidente, y que falleció en extrañas circunstancias. Que lo están investigando, y que me irán informando.

--Sí, así es, yo conocía a su hijo de verlo tocar en la estación. Su música me relajaba mucho. Y…, lamento mucho su muerte.
Cuando supe de usted, quise conocerla. Quise venir para darle consuelo. Pero al ver que era usted ciega…, digamos que me bloquee, no supe como reaccionar.

--Esta bien, Adriana, no te preocupes, al contrario, tengo que agradecerte, que te tomaras tantas molestias con mi hijo en su funeral. Además de que salvaras de las llamas su chelo, era de mi padre. Víctor Iván, creció tocándolo, y así desarrollo su pasión por la música.

--No tiene que agradecerme nada, lo hice porque apreciaba mucho a su hijo. Y ahora también la aprecio a usted. Me gustaría que viniera a mi casa a conocer a mi hijo, a quien también le gusta la música, y a mi suegro. ¿Cree que la dejarían salir un día?

--Si es en fin de semana, sí puedo salir.

--Entonces el sábado vendré a por usted. ¿Le parece bien?


La enfermera irrumpe en la habitación para darle un recado a Mercedes.


--Mercedes, su cuñada, Julia, quiere hablar con usted.

--¿Mi cuñada? Que raro, hace treinta años que me dejo de hablar. Pero, bueno, dígale que pase.

--No, nos han llamado desde el hospital Monte de Piedad, ella esta allí ingresada. Y ha pedido que si la puede visitar, que necesita hablar con usted.

--¿No se como podría ir?

--Si quiere, el sábado, pasamos por el hospital antes de ir a mi casa.

--Eso seria estupendo, gracias Adriana.

--¿Enfermera?, por favor, dígale a la enfermera jefe que el sábado pasare el día con mi amiga Adriana. Y por favor, diga también a mi cuñada que iré a verla el sábado por la mañana.


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Una vez que el comisario hace los análisis correspondientes para corroborar el testimonio de Adriana. Solicita del juez una orden para registrar los archivos del hospital Monte de Piedad…
Las investigaciones demuestran que entre esos años, hubo más defunciones entre niños recién nacidos que la media en otros hospitales.

Al estar todos los formularios de defunción, firmados por el mismo ginecólogo, deciden interrogar a todos los miembros del equipo médico de esas fechas, y que todavía están vivos para depurar responsabilidades.

También deciden hablar con todos los padres afectados. A los que se les comunico que su bebe había fallecido inesperadamente por causas poco claras a las pocas horas de nacer. Y no les dejaron ver el cuerpo, tan solo les dieron una caja sellada.
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Se presenta el inspector en el tanatorio para hablar con don Tobías.


--¿Usted dirá, inspector?

--Verá, estamos haciendo una investigación que incluye a todos los niños que nacieron en el hospital Monte de Piedad hace unos treinta años. Tenemos entendido que su hijo nació en ese hospital. ¿Sería posible que nos enseñara los papeles del ingreso de su esposa y los del alumbramiento de su hijo?

--No, después de tanto tiempo no los conservo. Le puedo enseñar el libro de familia. La partida de nacimiento la puede pedir en los juzgados.

--Recuerda al menos como se llamaba el medico que atendió a su esposa en el parto.

--No, no lo recuerdo.

--Tendremos que hablar con su esposa, quizás ella nos pueda dar mas detalles. También tendremos que hacerles unas pruebas de ADN a ustedes dos, y también a su hijo.

--No entiendo la razón.

--Vera, don Tobías, tengo en este sobre una declaración jurada del ginecólogo actual de su esposa, en la que dice que  su esposa carece de útero, pues se lo quitaron de soltera como consecuencia de un tumor. ¿Puede explicarme como pudo dar a luz a su hijo?

--Mire, mi hijo es adoptado. El no sabe nada, lo hemos mantenido en secreto. Ya sabe, eran otros tiempos, guardar las apariencias era lo normal.

--¿Cree usted que es normal privar a los verdaderos padres poder criar a sus hijos, o privar a un bebé de ser criado en el seno de su familia biológica? ¿Sobre todo cuando esto se hace sin el consentimiento de los padres, y saltándose todas las normas legales y morales?

--No le permito que dude de mi honradez. Espero que pueda probar esas acusaciones.

--Será aconsejable que llame a su esposa y a su hijo para que se reúnan con usted en la comisaría. Allí les tomaremos unas muestras para las pruebas de ADN.

 El nerviosismo de don Tobías se hace patente, no obstante hace lo que le pide el inspector, además también llama a su abogado para que le acompañe a la comisaría.


CAPITULO: 10
Tal y como habían quedado, Adriana recoge a Mercedes para ir juntas a ver a Julia, al hospital. Una vez están delante de la puerta:


--¿Se puede?

--¿Eres tú, Mercedes? Pasa, que alegría, no estaba segura de que quisieras venir.

--Julia, cuanto tiempo sin saber de ti. ¿Cómo estas? ¿Por qué has dejado pasar tanto tiempo para hablarme?

--Bueno señoras, yo esperare fuera. Seguro que tienen mucho de que hablar.

--No, Adriana, quédate, mira, te presento a mi cuñada, es la hermana menor de mi difunto marido.

--Mucho gusto, gracias por ayudar a mí cuñada a viniera visitarme.
Perdóname, Mercedes, por todos estos años de silencio por mi parte. Lo hice porque tenía remordimientos de conciencia. ¿Te acuerdas de este hospital?

--Claro, aquí nacieron mis gemelos.

--La casualidad ha querido que ahora yo ocupe la misma habitación que ocupaste tú en aquella ocasión, y que aunque esta renovada… me ha traído recuerdos amargos.

--¿Por qué dices eso?

--Bueno, ya te lo contare. ¿Cómo esta Víctor Iván?

--Ay, Julia…, a fallecido hace unos días.

--¿Qué me dices? ¿Cómo ha sido?

--La policía lo están investigando.

--Cuanto lo siento, ves si no hubiera instado a mi hermano a que hiciera lo que hizo, no estarías tan desconsolada.

--¿Qué quieres decir?

--¿Sabes que hace unos cinco años, tu hijo vino a verme?

--No, ¿Para que quería verte?

--Me dijo que se estaba haciéndose un álbum familiar, y me pregunto que si yo tenía fotos de su padre. Le dije que si, que se pasara por casa a elegir las que quisiera. Entre las fotos, vio una que hicimos en este hospital al poco de que diste a luz, mi hermano tenia a los gemelos en brazos.

--Esa foto no la conozco yo.

--Mercedes, tengo que confesarte algo, Algo que le confesé a tu hijo cuando vio esa foto. No te va a gustar, pero no puedo guardar más este secreto.

--Habla, Julia.

--Después de que dieras a luz, recordaras que empezaste a encontrarte muy mal, mi hermano y yo temimos por tu vida. Perdiste mucha sangre, estabas muy floja, encima perdiste la vista.
El trabajo de mi hermano le obligaba a viajar mucho. Nos preguntábamos, ¿Cómo cuidarías de dos bebés?
Mientras estabas inconsciente, el doctor que te atendió en el parto, nos hablo de un matrimonio bien posicionado que no podían tener hijos, y que estarían dispuestos a cuidar de uno de los bebés. Nos dijo que no perderíamos el contacto con el. A mi hermano no le gusto mucho la idea de separar a los bebes. Pero yo le dije que quizas seria lo mejor para ti.
Cuando mi hermano estaba a punto de firmar los documentos, se volvió atrás. Dijo que no, que Dios os ayudaría a salir adelante. Y tras romper los papeles, se fue junto a ti a la habitación, luego fue a ver a los gemelos, y mando hacerse una foto con ellos.
Al día siguiente, cuando volvió de nuevo al hospital, el doctor le dijo que había fallecido uno de los bebés.
Mi hermano se puso a maldecir. Decía que era un castigo por haber pensado en separarlos. Cuando tú despertaste, solo te dimos la mala noticia.
 Pero, cuando yo salí de tu habitación, vi al doctor junto a un matrimonio muy elegante, parecían gente de bien. Llevaban un bebé en los brazos, yo no le pude ver la carita, pero la mata de pelo era idéntica a la de Víctor Iván.
Me hice pasar por una enfermera, y en un descuido del matrimonio, le corte un mechón de pelo que más tarde anude con un hilo de algodón y lo pegue en el dorso de la foto, luego corte otro mechón a Víctor Iván, y también lo pegue en la foto. Puse cada mechón de pelo en el lado del bebe correspondiente pero por detrás.
 No tengo ninguna prueba, pero creo que el médico nos robo a tu otro hijo. Las caras de ese matrimonio no se me han ido nunca de mi recuerdo, y hace unos años los volví a ver.
Se lo dije a tu hijo cuando vino a verme, y el dejo de tocar conciertos para tocar en la estación donde le dije que seria muy posible ver a su hermano si todavía vivía.
Te he mandado llamar para pedirte perdón por haberte ocultado todo esto. Pero mi hermano me hizo prometerle que nunca te lo diría. El nunca se perdono el haber tenido esos malos pensamientos.

--Julia, no se que decir, necesito tiempo para pensar en todo lo que me has dicho. ¿Adriana? ¿Nos vamos, por favor?

--Claro, tenga el bastón. Adiós, Julia.


De camino a casa de Adriana…


--¿Se encuentra bien, Mercedes?

--No, la verdad es que la confesión de mi cuñada me ha dejado hundida. Me ha hecho recordar por todo lo que pasé cuando me comunicaron que uno de mis gemelos había muerto porque no podo superar la tensión de parto.
Tuve que luchar con eso y con mi ceguera. ¿Sabes por que le pusimos de nombre Víctor Iván, al bebe que sobrevivió?

--No, ¿por qué?

--Porque al llevar los dos nombres que teníamos pensado ponerles, nunca olvidaríamos que fueron dos los que nacieron... Ahora entiendo porque desde entonces mi cuñada dejara de hablarme.

--No pierda la esperanza, quizás todo se arregle.

--No lo creo, ahora ya no tiene sentido mi vida, he perdido todo lo que más quería. Y, ¿que habrá sido de mi otro hijo? ¿Qué historia le habrán contado, sobre por que lo abandonaron sus verdaderos padres?

--No se mortifique con esos pensamientos, tenga fe, seguro que al final todo se arreglara.
...Ya hemos llegado a mi casa, entremos.

--Sí, vamos, aunque, hoy no estaré todo lo animada que se esperaría de una visita.

--No se preocupe, mire le presento a mi suegro, Alberto, y aquí esta el jovencito de la casa, mi hijo Marcos.

--Hola, pase, me alegro de conocerla. –Dice Alberto-

--Hola, Señora. ¿Por qué lleva ese bastón?

--¡Que gracioso! El bastón es para que no tropiece con nada.

--Deme la mano, yo la llevare para que no tropiece.

--Que bueno eres, Marcos, muchas gracias.


 El día lo pasan muy animado, ha pasado muy rápido. Cuando llega el momento de despedirse, Alberto, se ofrece para llevar a Mercedes, a la residencia.


--Muchas gracias, Adriana, se ve que tanto tiempo viviendo en una residencia, ha hecho que se me olvide lo que es vivir en un ambiente familiar. Me ha sentado muy bien haber venido.
...Y, a ti, Marcos, ¿te gustan los regalos?

--Sí, mucho.

--Pues te voy a hacer un regalito, ¿vale?

--Vale, muchas gracias, señora Mercedes.


Alberto, lleva a mercedes a su residencia, ésta aprovecha la ocasión para darle el chelo que perteneció a Víctor Iban, como regalo para Marcos.
Adriana, mientras tanto, llama por teléfono al inspector Hermída. Le pone al corriente de toda la conversación que tuvo Mercedes con su cuñada Julia.
Éste, le da las gracias, y le pide que se pase el lunes por la comisaría para hablar con el comisario.


CAPITULO: 11
El lunes por la tarde, después de salir del trabajo. Adriana, pasa por la comisaría y pone al corriente al comisario de la conversación que Julia tuvo con Mercedes en el hospital:
...Que hacia cinco años que Víctor Iván, la había visitado, y que a raíz de la confesión de esta, Víctor Iván dejó su prometedora carrera y se puso en la estación a tocar el chelo y a vivir de las limosnas con la finalidad de ver a su hermano gemelo...


--Es muy posible que don Tobías lo viera en la estación y lo reconociera, y temiendo ser descubierto mandara matarlo. Como puede ver comisario, las pruebas de ADN que hice al pañuelo son idénticas a las que ya hice a los mechones que había en la foto.  Pero observe, Víctor Iván y su hermano, eran gemelos con idéntico ADN, son casos raros que a veces se dan. Pero que en este caso no viene de perillas. Nadie puede negar lo obvio.

--Adriana, hubiera sido una buena detective.  Mire esta foto, ¿reconoce a este hombre?

--Sí, señor comisario, este era el cajeo habitual del supermercado donde yo suelo comprar.

--Hemos encontrado esta foto al hacer un registro en su casa, la que compartía con el otro cajero. El cajero nuevo, se deshizo del cuerpo del agresor una vez muerto, pero se olvido de dejar la cazadora. Después que usted la identificara, él fue al vertedero y la coloco encima del cuerpo. En realidad, él no tuvo nada que ver con los hechos, sino que se entero cuando el otro compañero de piso apareció mal herido.

--¿Pero, y don Tobías? El sí esta implicado ¿verdad?

--Eso lo tendrá que dictaminar un juez. Por ahora nosotros estamos recogiendo todos los datos y pruebas. ¡Mire! ahora entra don Tobías con su abogado, le tenemos que seguir interrogando. Me gustaría que usted estuviera presente en el interrogatorio, viéndolo tras del espejo, como usted sabe tanto del asunto como nosotros, quizá no sirva de gran ayuda.

--Me encantaría.


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La interrogación pone al límite a don Tobías, este se derrumba ante las pruebas que le ponen delante y confiesa todo: Implica al doctor del hospital y al juez que el legalizo toda la documentación.
Sobre la muerte de Víctor Iván, les confeso, que un día al pasar por la estación lo reconoció, pues era idéntico a su hijo, Roberto. Entonces tramo darle una paliza para que le entrara miedo y se fuera del lugar para que no se encontraran los dos hermanos y se descubriera todo el asunto. Pero al parecer al atracador se le fue de las manos. Pero que de ninguna manera quería matarlo.                      

Durante el interrogatorio, le llevan al comisario el resultado de la exhumación del supuesto bebé fallecido. El informe prueba que nunca había habido ningún cuerpo enterrado allí. Con esta prueba en las manos, la investigación se centra en la implicación del hospital, y entre los médicos y empleados del hospital de aquella época.

Con el tiempo, todas las piezas de este caso encajan a la perfección. Al fin parece que todos los malos están atrapados o pendientes de juicio. Adriana, ya puede respirar tranquila y volver su vida normal.

Una vez que Roberto, el “hijo de don Tobías” se entera de lo sucedido. Acoge a su madre biológica con mucho cariño, es como el eslabón que le faltaba en su interior. Lo que verdaderamente  lamenta es no haber conocido a su hermano gemelo.                               

Debido a la repercusión mediática del caso, se funda una plataforma de afectados. En la que Mercedes y su hijo Roberto, son los fundadores honoríficos.
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SEIS MESES DESPUÉS:
Felizmente están todos en la fiesta de fin de curso del colegio de Marcos, durante la celebración, la banda de música infantil dará su primer concierto público.
Adriana, saluda a la profesora de Marcos. También agradece la presencia de sus compañeros de trabajo. Pero los saludos especiales  son para Mercedes y su hijo.

--Hola, Mercedes...
¿Qué tal, Roberto? Muchas gracias por venir.

--No tienes por que darlas, Adriana. No nos hubiéramos perdido el debut de tu hijo por nada del mundo. Personalmente tengo muchas ganas de "ve" como toca el chelo que le regale a tu hijo.

--Seguro que no te decepcionara. Sentémonos que va a empezar.


Con la clausura del curso escolar, termina este relato.
Pero la complicada investigación, seguirá su curso. Eso sí, debido a la repercusión mediática, muchas familias se ha reencontrado. El gobierno facilitó las pruebas de ADN para todos los afectados.


-FIN-  
LA ROSA ROSA                                                                     
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