VACACIONES

TÍTULO:            VACACIÓNES



PRÓLOGO


¿Qué puede pasar en las vacaciones, si juntamos a tres niños, que además de ser hermanos, son trillizos?

Te invito estimado lector, a que pases unas vacaciones inolvidables, llenas de acción y de intriga, en la compañía de unos trillizos encantadores.



CAPÍTULO: 1 

 

 VIAJE AL ARRECIFE


Eran las cinco de la tarde, hacia un sol esplendido. Ya todos los pasajeros estaban cada uno  en su asiento correspondiente del moderno catamarán.
El  mar, estaba en calma, y el agua, completamente transparente. Todo indicaba que el viaje para ver las profundidades del arrecife, eran las idóneas.
El capitán del navío, Juliano Rissi , se dispone a hacer la maniobra de salida del puerto. Una agradable brisa, hace más agradable el trayecto.
Los tres niños que viajan a bordo, están muy emocionados, ya que el capitán, les ha prometido que les dejara controlar el timón.
Una vez han salido del puerto, el capitán pone rumbo al arrecife de coral, que hay en una isla cercana a la costa.
Durante el trayecto de ida, el capitán llama a los niños, y les dice que se vayan presentando a los pasajeros.

¨Yo soy, Mario, soy el mayor de los tres¨
¨Yo soy, Albano, y soy el mediano¨
¨Yo soy, Dino, soy el pequeño¨

Una vez se han presentado, el capitán, deja que los niños dirijan la nave por turnos, mientras pregunta a los padres, como hacen para identificar a los chavales, ya, que los trillizos son tan idénticos

"La verdad es que cuando nacieron, eso, nos creo un grave problema" (responde Giorgio, el padre)

Rosetta, la madre, toma la palabra, ocasión que aprovecha Giorgio, para hacer fotos a sus hijos mientras controlan el timón.

-Cuando nacieron los trillizos, nos las tuvimos que ingeniar para no dar más de un biberón a alguno de ellos. Les pusimos una pulsera con un color diferente a cada uno, tal como lo tenían en el hospital. Luego, ya fuimos viendo que aunque en el físico, no diferían en nada, no era así en el carácter.
-Siendo tan iguales, ¿no se ponen de acuerdo en hacer travesuras? –Pregunta, el capitán-
-Ya lo creo, tenga en cuenta que para diferenciarlos bien, han de estar quietos, si están correteando, solo su padre, o yo, los podemos identificar.  A sus abuelos, los llevan locos, cuando vamos al pueblo de vacaciónes. Y, en el colegio, no visten igual, tampoco van a la misma clase para que los profesores no los confundan.

Una vez se acercan al arrecife, el capitán, toma  el control del timón, y da unas instrucciones a los pasajeros, estos, provistos ya de chalecos salva vidas, toman sus posiciones. Accionan la palanca que hay en cada uno de sus asientos, tal y como les ha explicado el capitán, y estos  dan la vuelta, par ponerse  en una posición más cómoda, para ver a través del cristal que hay en el fondo del catamarán.

EN TIERRA


 Mientras tanto, en la parte peninsular, se ultíman los preparativos para recibir a los altos cargos de la economía mundial. Faltan dos días para el mayor evento de índole internacional, que se ha llevado a cavo en esta ciudad. No obstante, parecen auténticos expertos en estos preparativos.
El ministro de exteriores, está en constante comunicación con el presidente del gobierno y con los miembros de protocólo de la cúmbre internacional de economía. Así mismo, el ministro de defensa, está dando las diferentes ordenes a las fuerzas de seguridad del estado. Éstos han acotado el perímetro de seguridad cercano al lugar donde se va a llevar a cavo la cúmbre. Además, la unidad canina del ejército, andan inspeccionando hasta el más mínimo rincón.
Los hospitales están en máxima alerta, preparados para cualquier eventualidad que pudiera surgir.
No faltan los grupos anti-sistema, que se van concentrando tras el perímetro vallado por la policía, cercano al lugar donde se celebrará la cúmbre. Los cuales están siendo controlados en todo momento, por el amplio despliegue policial especializado en controlar este tipo de manifestantes. De hecho, entre los manifestantes, hay  un buen número de policías, con ropa de paisano, para mezclarse entre los manifestantes, y pasar desapercibidos, a la vez que mantienen informada a la central, de las intenciones de algunos elementos más peligrosos.
 Lorenzzo  Bellucci, sargento condecorado en la guerra de Irak, es el encargado de coordinar a los diferentes departamentos de seguridad, los cuales, están en constante comunicación.
El  ejército, por su parte, sobrevuela con helicópteros cobra, los alrededores del recinto ferial donde se celebrará la cúmbre. Los aviones caza, surcan con regularidad los cielos de la ciudad, quitando con su estruendoso ruido, la tranquilidad que caracteriza ésta apacible ciudad costera bañada por el Mediterráneo.
El control férreo al que está siendo sometida la ciudad, se ve compensado por el carácter afable y tranquilo de los lugareños. De manera que la vida de los turistas que llegan, a penas se ve alterada.

ALGO PASA EN LAS PROFUNDIDADES


-Como la mayoría de ustedes sabrán, -habla el capitán, por el micrófono- los corales, son seres vivos, muy sensibles a los cambios en la calidad del agua, como también a la temperatura de la misma. Los arrecifes coralinos albergan una impresionante fauna marina… ¿Si, Mario, querías decir algo?
-Sí, capitán, quería decir que en la clase de conocimiento del medio, estamos estudiando, que los arrecifes de corales están en peligro de extinción, y que si eso sucediera, causaría un desequilibrio ecológico tan grande, que se pondría en peligro la vida de muchas especies.
-Veo, Mario, que aprovechas muy bien las clases. Tienes razón en todo la que has dicho. ¿Sabes algo sobre las posidonias?
-Yo…, yo, lo se.
-Tú eres, Dino, ¿verdad?
.No…, soy, Albano.
-Díme, Albano, ¿qué sabes de las posidonias?
-Son unas plantas que crecen en el mar y depuran el agua, también sirven de refugio para la fáuna marina.
-Y…, y, en ellas, se esconden los pulpos. En mi clase, hice un dibujo de un pulpo gigante. -Dijo Dino-
-Estupendo, Dino, ¿cuántos años tienes?
-Los tres tenemos la misma edad, ocho años, pero yo, soy el más joven.
-¡Mira! Dino, ¿te gustaría asomarte por el ojo de buey, que hay bajando estas escaleritas?
-¡Claro! ¿Papá, puedo bajar?
-Sí, pero baja con cuidado.
-¡¡¡Vale!!!
-Papá, yo también quiero mirar. -Replico, Albano-
-Y yo también, papi, por fa, yo también. -Dijo con impaciencia, Mario-
-Capitán, no sé si entraba en sus planes, pero ¿será posible que los tres se asomen por el ojo de buey?
-Claro, Giorgio, el viaje incluye una vista rápida por el ojo de buey, para cada pasajero que lo desee.

El capitán, para los motores para no espantar a los peces, y así, dar tiempo para que todos bajen a ver el fondo

-¡Papá! ¡Papá! -Llama muy exaltado Mario, a su padre- De prisa, dame la cámara, que quiero grabar una cosa.

Mario, cámara en mano, empieza a grabar todo el fondo marino que puede en el escaso tiempo que tiene para mirar a través del ojo de buey.
Uno, a uno, van bajando por turno, todos los pasajeros por la estrecha escalerita, hasta llegar al ojo de buey. El lugar es tan pequeño, que solo cave una persona, que dicho sea de paso, la  postura es bastante incomoda. Pero las vistas del arrecife que desde ahí se ven, son impresionantes. Es como estar en una burbuja de cristal dentro del mar. La luz del sol, penetra hasta el fondo del arrecife, y se puede divisar claramente todo el arrecife hasta una profundidad de casi siete metros. Ni que decir tiene que todos quedan muy satisfechos del viaje.
Una vez en tierra, la familia, Zapponi,  se dirige al hotel. Los empleados del hotel, al ver entrar a los trillizos, en seguida les preguntan si lo han pasado bien en el barco, o si se han mareado.
La vitalidad que tienen los trillizos, puede con todos los empleados del hotel, de modo que antes de que estos, queden extenuados, los padres llaman a los trillizos.

-Jovencitos, venga, subamos a la habitación, que hay que ducharse y vestirse bien para la cena. –Dice, Giorgio-

Hasta que se hace la hora de la cena, Mario, pide permiso a su padre para ver en la T.V. todo lo que han grabado. Esta seguro de haber visto algo extraño, y quiere asegurarse antes de decir nada…

-… ¡Mira, papá! Esto es lo que quería grabar, ves, parece que unas personas, están transportando una caja por debajo del agua.
-¿Por qué hacen eso, papá? -Pregunta, Dino-
-Haber, dejarme que lo vea otra vez. -Una y otra vez, Giorgio,  mira las imágenes para tratar de entender-
-Bueno, ¿qué, hoy no cenamos? -Pregunta, Rosetta-
-Sí, vamos a cenar, que ya se ha hecho la hora. -Dice, Giorgio-

La familia Zapponi, cena tranquila. Los camareros del hotel están encantados con ellos…

-Es una gracia ver lo iguales que son. Deben estar muy contentos con sus hijos, se portan muy bien, se nota que los tienen bien educados. Son encantadores. -Dice, Josefina, la camarera de su mesa-
-Sí, son encantadores, pero de serpientes -dice, Rosetta- Bueno jovencitos, darle las buenas noches a, Josefina, que ya es hora de retirarnos.

Los tres dicen, ¡¡¡buenas noches, Josefina, hasta mañana!!!
-No, mañana es mi día libre, ya será hasta el domingo.
Vale, que lo pases bien. -Dicen los trillizos, a unisonó-

El día termina feliz, pero están todos tan agotados, que los trillizos caen rendidos a la cama, y los papás, aprovechan para tomar una última copa, antes de acostarse. Giorgio, comenta con Rosetta, lo que Mario, había grabado en la cámara. De nuevo ven la grabación…

-Giorgio, replíca Rosstta, no sigas con este tema que te conozco, estás de vacaciones, ¿lo recuerdas?…pero están cansados que se quedan durmiendo en el sofá.



CAPÍTULO: 2      


LLEGAN LOS INVITADOS

Para el sargento Lorenzzo Bellucci, hace meses, que la cumbre le es un autentico quebradero de cabeza. Ni siquiera los años que pasó en Irak, combatiendo, le supuso tanto desgaste físico y psíquico. 
Pero al fin ha llegado el momento en el que todos los departamentos, y todas las fuerzas de seguridad del estado, han de estar todas a una, alerta, y bien coordinadas.
Para la jefa de protocolo, Sofía, también está siendo una semana muy apretada. Coordinar y supervisar a todo el personal que ha de recibir a los diferentes miembros invitados de cada país, como a sus acompañantes, no es nada fácil. Han de coordinar las horas de llegada de los invitados a la cumbre, al aeropuerto, los saludos a pie del avión, con los diferentes miembros del gobierno correspondiente. El saludo a la salida del aeropuerto, con los reporteros gráficos. La recogida  del equipaje, y la posterior instalación en el hotel de toda su comitiva. Solo su amplia experiencia hace que lo lleve todo a la perfección. Por algo es la mejor jefa de protocolo del mundo.
Los periodistas acreditados, van ocupando sus puestos en un recinto preparado para ellos, justo al lado de donde se va a celebrar la cumbre. Estos, están ansiosos por poder entrevistar a los diferentes participantes de la cumbre. Deseosos de saber los acuerdos a los que van a llegar.

El mundo entero está pendiente de la cumbre. Las medidas a tomar, no son las más populares, pero sí las más necesarias para el momento que se está viviendo. 
Los países emergentes, que son los que más población abarcan. Están  reclamando cada vez más recursos. De ahí, que las medidas a tomar, no vayan a gustar a todos los países representados.

Los manifestantes anti- sistema que se han concentrado en los alrededores de la cumbre, están siendo reprimidos o controlados por  los anti-disturbios. 
Todo este despliegue policial, esta pasando inadvertido para los miembros invitados a la cumbre, que ya van llegando al recinto ferial, ya que estos, acceden por la entrada principal. La cual, esta situada delante de una explanada de césped que da directamente a un acantilado, que hace de barrera natural contra cualquier altercado que pudieran presentarse.


PLANEANDO EL DÍA

En el hotel, la familia Zapponi, recibe una llamada de teléfono en la habitación…

-Buenos días señor Zapponi, le habla el director del hotel. Estamos poniendo en conocimiento de todos los huéspedes un comunicado que nos ha facilitado la policía.
-Sí, ¿qué dice?
-Recomienda a todos los huéspedes que puedan, a que hoy no abandonen el hotel. Es posible que los disturbios en las calles sean tan fuertes, que temen por la seguridad de todos ustedes.
-¿Es una orden, o una sugerencia?
-No, es una sugerencia.
-Pues muchas gracias.

Giorgio, habla con su mujer, para ponerla al corriente de las recomendaciones del director del hotel, y decidir si se quedan, o acortan las vacaciones.

-No se que decir, creo que si nos quedamos y esto se complica, no vas a poder evitar verte envuelto de alguna manera, ¿no crees, Giorgio?
-Rosetta, lo que ayer grabo en la cámara, Mario, debería ponerlo en conocimiento de la policía. Es muy posible que se esté fraguando algo malo.
-Ya sabía yo, que tú nunca desconectas. Nos habíamos tomado estas vacaciones para arreglar algunos asuntos y, ¿vas a pasar de nosotros?  ¡Vas a defraudar otra vez a los trillizos!…, lo sabes, ¿verdad?
-Rosetta, no lo haré si tú me lo pides.
-¡No lo puedo cree! ¡Lo has vuelto a hacer! Descargas en mí, toda la responsabilidad.
-Lo que quiero es que comprendas que es un asunto muy serio. Tú sabias que era policía cuando nos conocimos.
-Porque no bajamos a desayunar, y lo hablamos después. Los trillizos están impacientes por comer.

Mientras toman el ascensor para bajar al comedor, Mario, hace señas a su padre para que le mire la cabeza al huésped que también está en el ascensor…

-… ¿Mario?
-¿Dime, papá?
-¿Sabes que está mal señalar a la gente? No ha estado bien que señalaras la calva del hombre que estaba en el ascensor. Suerte que al estar nosotros detrás no se ha dado cuenta de tu gesto. Pero que sea la última vez, ¿vale?
-Papá, no me estaba burlando de el, te estaba indicando, que era el mismo hombre que gravé en la cámara cuando fuimos en el catamarán.
-¿Cómo sabes que es la misma persona?
-Por que cuando lo vi por primera vez, antes de empezar a grabar, lo vi tan cerca que me pude dar cuenta del tatuaje que llevaba grabado en la calva.
-¿Estás seguro de lo que dices, Mario?...,  ¿Rosetta?,  Ir al comedor vosotros, que tengo que ir al baño.

Dice esto para no preocupar a su mujer, pero en realidad lo que quiere es ver, si todavía está en el vestíbulo el hombre del tatuaje.
Cuando Giorgio, llega al vestíbulo, lo ve hablando por el móvil. 
Se le acerca discretamente para ver si puede escuchar la conversación mientras ojea una revista promocional del hotel. 
Al terminar de hablar por teléfono, ve que se dirige a recepción para recoger un sobre, tras lo cual, se pone una gorra y abandona el hotel a píe.

-Ring…, Ring…, ¿Giorgio?
-Rosetta...  Cariño, tengo que ausentarme, en cuanto pueda, te vuelvo a llamar al móvil.
-¡Giorgio! ¿Qué se supone que tengo que hacer?
-Lo mejor es que hagáis una excursión fuera de la ciudad. ¡Ah, Rosetta! ¿Recuerdas las pautas que  siempre te he dicho que tenias que hacer en un momento de emergencia?
-Sí.
-Éste, es ese momento. Confío en que sabrás ponerlas en conocimiento de los niños.
-Giorgio…, te quiero, olvida lo que hablamos antes, cuídate. No dejes de llamarme.
-Descuida Rosetta…, yo también te quiero, da un beso a los niños, tengo que colgar.

Mientras Giorgio, va tras el hombre del tatuaje… Rosetta, y los trillizos, se disponen a desayunar.

-¿Dónde está papá, no viene a desayunar con nosotros? -Pregunta, Dino-
-No, seguro que ha ido tras el hombre del tatuaje. -Responde, Mario-
-¿Mario, que sabes tú?-Pregunta, Rosetta-
-Mamá, cuando bajábamos en el ascensor, he visto al hombre que grave en la cámara.
-¿Cómo sabes que era él?
-Por el tatuaje que llevaba en la calva.
-Podría tratarse de otra persona, ¿no crees, Mario?
-¿Otra persona con el mismo tatuaje y en la misma ciudad? No, no lo creo. Y seguro que papá tampoco lo cree, por eso seguro que ha ido tras él, para asegurarse de que no planea nada malo.
-Mamá, ¿nos va a pasar algo?-Pregunta, Albano-
-Claro que no, tu hermano tiene mucha imaginación. ¿Qué os parece…, nos vamos al zoológico de excursión?

Los tres, asintieron entusiasmados…



UNA VISITA DIFERENTE POR LA CIUDAD

Giorgio, con el paseo que esta dando por los alrededores del hotel, en seguimiento del hombre del tatuaje. Nota que hay policías por  todos lados. 
El hombre del tatuaje, arruga un papel y lo tira a una papelera. Giorgio, lo recoge con discreción, y se lo mete en el bolsillo de la chaqueta de cuero. Cuando han recorrido unas cinco calles, el hombre, se detiene en un asiento de un parque. No pasan ni cinco minutos, cuando aparece, Josefina, la camarera del hotel donde está alojado.
Giorgio, saca su móvil y les toma unas fotos. Le parece muy extraño lo que está viendo. Además, piensa, que debe tener más cuidado, por que, Josefina, podría reconocerlo.
Josefina, y el hombre del tatuaje, por cómo gesticulan, parece que están discutiendo, él la rodea por el hombro y hacen como si paseasen. 
Tras un largo rato, se separan, ella se aleja con el rostro entristecido. Mientras, él hombre, se queda hablando por teléfono.
Como no puede seguir a los dos, decide seguir al hombre. Éste, vuelve al hotel, a su habitación.



EN BUSCA DE INFORMACIÓN

Giorgio, en recepción, pide hablar con el director del hotel.

-¿Quería hablar conmigo?
-Sí, soy Giorgio Zapponi, estoy registrado en su hotel, ¿fue usted el que me ha llamado esta mañana para avisarme del comunicado de la policía?
-Sí.
-¿Hay algún mandatario, alojado en este hotel?
-¿Perdone? No entiendo la razón e su pegunta.

Giorgio, saca su placa  policía, y se la enseña al director.

-Tengo a mi familia alojada en este hotel, y quiero saber que garantías hay de que estamos seguros aquí.
-¡Ah!... entiendo. No tema, señor Zapponi, la seguridad esta garantizada. Hemos reforzado el personal de seguridad del hotel, además, estamos en continuo contacto con la policía. Pueden estar tranquilos.
-¿Han contratado servicio extra para el hotel, como refuerzo en estas fechas?
-Sí, pero todos los contratados, han sido de personas que ya conocemos de otras veces.
-¿Qué me puede decir de, Josefina? Ella es la que atiende nuestra mesa, es muy amable con mis hijos, pero quisiera asegurarme.
-Permítame que haga una consulta, ahora le contesto…, (pasan unos minutos) Aquí tengo su ficha. Josefina…, es una de las eventuales que contratamos todas las temporadas. Si tiene algún problema con ella, comuníquemelo y de inmediato la cambiamos.
-No, todo lo contrario, es muy atenta y servicial. Bueno, gracias por su información.

Giorgio, corta la conversación, al ver que el hombre del tatuaje ha pagado su estancia, y se dispone a abandonar el hotel.
Cuando Giorgio, sale del hotel, el hombre ya está metiendo el equipaje en un taxi. De modo que , toma otro taxi para seguirle. Aprovecha los minutos de viaje, para leer la nota que estaba escrita en el papel que recogió de la papera. También aprovecha  para  hablar con Rosetta.


TODO PARECE ESTAR EN ORDEN

-¿Niños? venir, papá, al teléfono.
-¿Papá, cuando vas a venir?, esto está muy guay.
-Dino, ¿lo estas pando bien?
-Claro, papá.
-Deja, Dino, que ahora me toca a mí. ¿Papá? ¿Has encontrado al hombre del tatuaje?
-¿Mario? No hables de esto en voz alta, ¿no te ha dicho nada la mamá?
-Sí, papá, ya nos ha dicho lo que tenemos que hacer si pasara algo. ¿Pero tú crees que nos pasará algo?
-No, hijo, tú estate tranquilo, que yo haré todo lo posible porque nunca os pase nada malo. ¿Tú confías en mí, verdad, Mario?
-Sí, claro que sí, papá.
-Pásame con, Albano.
-Hola, papi. ¿Qué haces?
-Estoy resolviendo un asunto, pero luego nos vemos, ¿vale?
-Vale, ¿sabes?, le he dado de comer a una jirafa muy alta.
-Que chulo eh… ¿lo estas pasando bien?
-Sí, papá.
-Hacer muchas fotos para que luego yo las vea, ¿vale?
-Vale, toma mamá, ahora te toca a ti.
-¿Giorgio, estás bien?
-Sí, les has dicho a los niños lo que tienen que hacer si pasara algo.
-Estate tranquilo, lo estoy haciendo a modo de juego toda la mañana. Y están encantados con el juego. ¿Giorgio?, la palabra secreta que tienes que saber es… ¿no habrá nadie escuchando?
-No, Rosetta, dime.
-¿Recuerdas lo que me dijiste cuando supimos que íbamos a tener trillizos, lo que me dijiste justo antes de desmayarte?
-Sí, ¡cómo olvidarlo!
-Esa es la palabra secreta… ¿Va todo bien?
-Sí, parece que todo esta en orden. Le estoy siguiendo en taxi, me imagino que irá camino del aeropuerto y todo acabara felizmente. Bueno, Rosetta, tengo que dejarte, divertiros.


JUGANDO SE APRENDE MEJOR

En el zoológico, Rosetta, sigue jugando con los trillizos, mientras pasean por el zoo.

-Mamá, vamos a ensayar el juego otra vez. -Dice, Mario-
-Vale, pero esta vez el que se pierde es, Dino. ¿Haber, Dino, que tienes que hacer si ahora mismo hubiera una emergencia, por un suceso inusual y tú, no estas a mi lado, y con el tumulto de gente no nos ves y te sientes perdido?
-Hemos quedado que iría derecho a la explanada de las aves, porque es el sitio más despejado.
-Muy bien Dino, ¿qué harías para orientarte?
-Muy fácil, porque está justo debajo del cartel ese tan alto que pone zoo, el que está en la parte más alta del Zoo. Yo iría hasta allí y te esperaría.
-Muy bien.
-Ahora yo, mamá. -Dice, Albano-
-Haber, Albano, estamos con algunas personas, pero aunque nos parece que son buenas, uno de nosotros sabe que no lo son. ¿Cómo nos alertarías sin levantar sospechas para hacernos saber que son malas?
 -Pues diría que tengo ganas de comer algo, que en este caso sería un plato de caliente, de esos que se comen con cuchara.
-Muy bien. Ahora imaginaros que os digo que os marchéis con cierta persona que no conocéis de nada, ¿cómo sabréis que es buena?
-Porque tú, nos dirás si queremos comer algo, que es este caso sería algo que llevara pan, como un sándwich.
-Estupendo, y otra cosa muy importante que debéis de recordar. La palabra clave, que solo la sabemos el papá, y yo. Saber que solo la diríamos a una persona que aunque vosotros no la conozcáis, podríais confiar en ella. Por eso no debéis decírsela a nadie, ¿de acuerdo

Los tres asintieron.

-Está  bien, como veo que lo habéis entendido a la perfección. Solo recordar una cosa muy importante, las claves de este juego, solo las tenemos que saber la familia, nadie más, porque si no, ya no sería seguro, ¿de acuerdo?

¡¡¡Sí, mamá!!!... Dijeron los tres.

-¡Mira, mamá, es Josefina! -Dice, Albano-
-Hola, niños, no sabía que hoy vendríais al zoo. ¿Lo estáis pasando bien? –Pregunta, Josefina-
-Sí. -Dice, Dino, entusiasmado -Muy bien, además estamos haciendo un juego…
-… Mário, da un codazo a Dino, y toma la palabra-  Estamos jugando a imitar a los animales que hemos visto. Es muy divertido, el que más nos gusta imitar es el mono, ¿verdad, chicos?
-Que sorpresa verte por aquí, ¿has venido sola?-Pregunta, Rosetta-
-No, he quedado…, estoy esperando que me llamen.
-¿Has comido, Josefina? Nosotros íbamos camino al restaurante, ¿nos acompañas?
-Vale, os acompaño.

Mientras Rosetta, y Josefina, caminan, los trillizos se ponen a hacer monadas. Mário, aprovecha para decirle a Dino, que había estado a punto de meter la pata al intentar contarle el juego a Josefina.


CAMBIO DE RUMBO

Mientras en la ciudad, Giorgio, continúa siguiendo al hombre del tatuaje, cuando de pronto...,éste, hace una parada, sinembargo, el taxi le espera. Lo que le da a entender a Giorgio, que será una visita rápida, por lo que él hace lo mismo. Desde lejos, ve que el hombre, se acerca a un mostrador, y tras enseñar una tarjeta, el mozo le da una bolsa grande 
De nuevo en el taxi, Giorgio, pregunta al taxista.

-Según su experiencia, ¿Cree que el taxi al que seguimos va al aeropuerto?
-Por aquí, el único sitio relevante que hay, es el zoo.
-¿El zoo? ¡Oh, Dios!
-¿Le pasa algo, señor? Puede confiar en mí. ¿Por qué está siguiendo a ese hombre?
-No se preocupe, no es nada… -Giorgio, llama, Rosetta, por teléfono-
-Hola Giorgio, ¿dime?
-¿Los niños están contigo?
-Claro, estamos en el restaurante, con Josefina, la chica del hotel. Íbamos a comer…
-Presta atención, le corta Giorgio aRosetta, la comida será a base de lentejas.
-¿Estás seguro?
-Completamente, voy camino del zoo. ¿Dónde nos vemos?
-Los niños me comentaban que querían volver a ver las aves.
-Te llamaré para decirte cuando debes estar allí.
-De acuerdo.
-¿Qué dice papá? -Pregunta, Mario-
-Que lo pasemos bien. ¿Bueno, chicos, vamos a ver que pedimos hoy para comer?

¡Sííííí´!  -Dijeron los tres-

-Veamos… sí, ya lo tengo, vamos a pedir lentejas. Me ha dicho un pajarito, que aquí las lentejas están buenísimas.
-¿Mamá, estas segura, lentejas, no será pizza? -Protesta, Albano-
-Mamá, ¿no puede ser un sándwich? -Pregunta, Dino-
-No, Dino, son lentejas.
-¡Rosetta! –Toma la palabra, Josefina- Yo ceo que aquí no tienen lentejas. Si acaso las tienen, debe ser la comida de los monos.
-Es posible que tengas razón, Josefina. Pero traiga lo que traiga, serán lentejas, ¿de acuerdo, chicos?

Lo que tú digas, mamá… Dijeron los tres, un tanto perplejos.

 
CAPITULO: 3

INAUGURACIÓN

Ya, en la tarde del sábado, el presidente del país anfitrión, da por inaugurada la cumbre tras su discurso en tono conciliador. En el cual, ha recomendado a los presentes, a que hagan un esfuerzo por ser más comprensivos por las necesidades de los más desprotegidos.
                   
Mientras la cumbre se va desarrollando con total normalidad, la población esta siendo sometida a controles férreos de seguridad. Que ahora ya, empieza a afectar a los turistas y residentes locales. Las noticias no dejan de emitir imágenes, de cómo la policía se emplea a fondo con algunos manifestantes más radicales. Lo que desencadena una mayor presencia  policial por toda la ciudad.


EN EL ZOO

En la gran explanada del parking del Zoo, baja del taxi el hombre del tatuaje, con la bolsa grande en la mano. Giorgio, al pagar su taxi, el taxista le dio su tarjeta, con su número de taxi, y de su teléfono móvil. Antes de despedirse, el taxista le agarro la mano…,

-Sé que algo le pasa, yo también soy padre, para cualquier cosa que necesite, no dude en llamarme…, a cualquier hora, mi taxi está a su disposición.

Giorgio, veía sinceridad en su mirada, algo en su interior le decía, que el taxista era de fiar…

-Gracias por su ofrecimiento –dijo devolviéndole el apretón de mano-, confío en que todo sea una falsa alarma. No obstante, guardare su tarjeta. Cualquiera que le llame, y le diga la palabra, sándwich, sepa que va de mi parte, haga lo máximo por protegerles.

Giorgio emprende el seguimiento al hombre del tatuaje, por todo el Zoo. Al hombre, le es difícil pasar desapercibido, por ser bastante corpulento. Por su musculatura, da la impresión de hacer mucho ejercicio. Entre la visera de la gorra,  y las gafas oscuras que lleva, se hace imposible ver su expresión facial.
Una vez ha llegado a la parte más alta del Zoo, se acerca a un mirador que tiene prismáticos. Saca una moneda del bolsillo que introduce en la ranura de activación. Al mismo tiempo, hace una llamada de teléfono. Ocasión que aprovecha, Giorgio, para hacerle unas fotos con su móvil.  Y, también aprovecha la ocasión para llamar a, Rosetta.

-Rosetta, puedes hablar con tranquilidad?
-Sí, en estos momentos, Josefina, se alejado unos metros para hablar por teléfono.
-¿Dices que está hablando por teléfono? ¿Ha llamada ella, o la han llamado?
-No, la acaban de llamar, no hace ni un minuto.
-Rosetta, en cuanto cuelgue, carraspea.
-¿Dónde estás?
-Estoy aquí, en el Zoo. Estoy en el mirador, siguiendo al hombre del tatuaje.
-¡Qué!…, ¿está aquí?
-Sí, creo que trama algo, lleva una bolsa grande, la verdad es que aprovechando un despiste de los vigilantes, la ha podido entrar.
-¿Crees que debemos irnos del Zoo?
-Espera un poco, todavía no tengo una idea clara de sus intenciones.  -Mientras esta hablando, oye carraspear a, Rosetta- Entiendo,  Josefina, ha terminado de hablar por teléfono. Escucha atentamente. A, Josefina, la vi esta  mañana, con el hombre del tatuaje, se encontraron en un parque, parece que estuvieron discutiendo. Pero al decirme tú, que estaba aquí en el Zoo, y e,l hombre también, he estado atando cavos.
Justo cuanto te he llamado, el hombre llamaba por teléfono a alguien, y casualidad que ha colgado en el momento que tú has carraspeado, lo cual me indica que estaba hablando con, Josefina.
-¿Qué hace el hombre ahí arriba?
-Esta mirando por los prismáticos. Me voy a acercar para comprobar que es la panorámica que se divisa desde aquí. Por hacerme una idea de cual puede ser su objetivo.
-¡Chao, cariño!

Cuando, Rosetta, cuelga la llamada, llega, Josefina. Cruzan unas frases cortas, tras las cuales, Josefina, deja a toda prisa a, Rosetta y sus niños.


OJOS COMO PLATOS

-¡Por fin se ha ido! –Suspira aliviada-

Los trillizos, están expectantes. Aunque han entendido con total claridad todos los mensajes en clave que su madre les ha dado durante la comida, no comprenden el porque. Sienten una mezcla de emociones, por un lado están satisfechos, pero por otro lado están ansiosos de saber que intenciones tenía su madre, al ponerles sobre aviso con relación a, Josefina.

-Es magnifico, estoy muy orgullosa de vosotros tres. Me habéis dejado con la boca abierta. Cuando se lo cuente a papá, no se la va a creer. Os merecéis un premio. Ir a la barra del bar, y pedir el helado que más os guste.

Los trillizos no se lo piensan dos veces. Los tres regresan con un enorme helado en las manos, se sientan cada uno en su silla, y miran fijamente a su madre, con los ojos como platos. Está claro que quieren una explicación.

-Bien, estoy segura que queréis que os ponga al corriente de las cosas. Pero la realidad es…, que cuanto menos sepáis, será mejor para vosotros. Solo que como ya habréis notado, el asunto ha dejado de ser un juego, para convertirse en una realidad.
-Pero mamá, ¿Por qué, Josefina, es mala? –Dijo, Mario, un poco perplejo-
-Confiar en mí, hasta ahora lo habéis hecho muy bien, creo que las cosas se van ha complicar. Por lo que os pido por favor, que no os separéis. Tenemos que estar todos juntos.
-Entonces, mamá, ¿vamos a estar todo el rato aquí sentados? –Pregunta, Albano, a su madre-
-Claro que no, vamos a seguir con el horario marcado. ¿Tenéis el horario de espectáculos a mano? Mirar que toca ahora.
-¡¡¡Yo lo tengo aquí!!! -Grita, Dino, sacando el programa de su mochila-  Ahora toca el espectáculo de las aves. Tenemos que ir deprisa, solo faltan quince minutos para que empiece.




EL MIRADOR


Giorgio, echa unas monedas a los prismáticos, para hacerse una idea de lo que ha podido interesar al hombre del tatuaje… ¡impresionante la panorámica que desde allí se divisa! –Se dice así mismo- Los prismáticos, están estratégicamente bien puestos. Justo donde  están las aves. De manera que es muy fácil sentirte como uno de ellas, al mirar desde esas alturas.
Giorgio, de repente, vuelve a la realidad. Así es que se pone a pensar…, si yo fuera a cometer algo malo, ¿cuál será mi objetivo? Con esta pregunta rebotándole en la cabeza, mira de nuevo por los prismáticos. Tiene una vista general de toda la ciudad que hay a los pies de la montaña, donde esta situado el Zoo. Más al horizonte, se puede divisar con toda claridad, la entrada y salida de los barcos a puerto. Entonces recuerda que todo empezó con la excursión del catamarán. –Se pregunta, si desde allí, se verá la isla donde fueron de excursión con el catamarán- En el preciso momento que cree tenerla a la vista, se acaba el tiempo de la máquina. De manera que busca rápidamente en el bolsillo unas monedas más, para terminar de hacer la investigación. Retoma el punto donde se había quedado y,  ¨bingo¨. Desde esta altura se ve perfectamente…Mira y, remira, pero no logra que le encaje nada de lo que ve. A fin de cuentas, el que se vea la isla desde allí, ¿de qué le sirve? –se dice para sus adentros- Ya libre de presión, sigue mirando la panorámica, hasta que se acabe el tiempo de los prismáticos. Entonces es cuando le llama la atención unos reflejos en la lejanía. Es el reflejo del sol en los cristales de los coches, que hay en la parte oeste de la ciudad. Ahora cae, desde allí, se ve perfectamente el recinto ferial, donde se está celebrando la cumbre. – ¿Será ese su objetivo?, se pregunta, Giorgio-    
El hombre del tatuaje, mientras tanto, mira el reloj continuamente, a la vez que da, unos pasitos para allá, y otros, para acá, como si estuviera esperando a alguien.


FOTOS Y RISAS

Los trillizos se lo están pasando genial con el espectáculo de las aves. Éstas vuelas por encima de las cabezas de los visitantes. Vuelan tan cerca, que su aleteo, provoca que algunos visitantes tengan que agachar la cabeza, pensando que les van a tocar. Una vez ha terminado el vuelo rasante de las aves, el amaestrador, pide unos voluntarios para la siguiente actuación. Los trillizos se levantan a una.

-¡Miren! –Dice el amaestrador- Aquí tenemos lo nunca visto, esto si que va a ser una buena prueba para las aves que vienen a continuación. –Pide a los trillizos que bajen para ayudarle-¿Cómo os llamáis?
-Yo, Dino.
-Yo, Mario.
-Yo, Albano.
-¿Cuántos años tenéis? Porque seguro que tenéis la misma edad, ¿verdad?
-Sí, tenemos ocho años. –Responde, Mario-
-Seguro que tú eres el mayor, ¿verdad?
-Sí.
-Bueno, para el espectáculo que vamos a realizar a continuación, nos hace falta la colaboración de los tres. Tenéis que poneros cada uno dentro de cada circulo que hay dibujado en el suelo.

Los trillizos, obedecen a todo lo que se les dice. Aunque las aves en cuestión, son aves de rapiña, no les produce ningún temor a los trillizos.
Rosetta, hace fotos de todo cuanto sucede, hasta que termina el espectáculo.
El amaestrador, hace un pequeño obsequio a los trillizos, por su excelente colaboración. Estos, se dirigen  portándolo con orgullo, hasta el asiento donde esta a su madre.

-¿Me has visto, mami? –Pregunta emocionado, Dino-
-Claro, os he visto a los tres. Y nos solo os he visto, también os he hecho fotos, y os he gravado en vídeo.
-¡Qué guay! Cuando lo vea el papá, seguro que le va a gustar. –Repuso, Albano-
-¿Mamá?
-Dime, Mario.
-Entre los espectadores, he visto a, Josefina. La he visto hablando con el hombre del tatuaje. ¿Qué vamos a hacer?
-¿Estás seguro de que era ella?
-Sí, no ves que he estado todo el rato parado frente al auditorio.
-De momento, procuraremos salir después de ellos.


NO LO PUEDO CREER

Giorgio, andaba como loco ,de acá, para allá. No lo podía creer –cómo puedo ser tan tonto- , se decía una y otra vez. Sin saber cómo, el hombre, ha desaparecido como por arte de magia.

-Ring…, Ring… Dime, Giorgio. En estos momentos ti iba a llamar yo.
-Rosetta, he perdido el rastro del hombre, no se donde puede estar en estos momentos.
-Tranquilo, está saliendo del recinto del espectáculo de las aves, va por delante de nosotros.
-¿Estás segura?
-Mario, me ha dicho que ha estado sentado con, Josefina. ¿Tú, dónde estás?
-Enfrente mismo de la Salida del recinto de las aves. Ya veo cómo salen los espectadores. También veo a, Josefina, y…, al hombre.
-¿Qué quieres que hagamos los niños, y yo? ¿Quieres que nos veamos, o que nos vayamos al hotel, a esperarte allí?
-De momento, no tengo ninguna prueba que lo haga sospechoso de nada. Solo me estoy basando en mi instinto. –dice esto, a la vez que se rasca la nuca- Rosetta, ¿Qué teníais pensado hacer ahora?
-Como aquí, hemos estado sentados un buen rato. Los trillizos querían ir al recinto de las pelotas, para jugar un rato.
-Vale, creo que mientras no sepa nada concreto, lo mejor es que vosotros sigáis con vuestro programa. –En estos momentos, Rosetta, y, Giorgio, se ven desde lo lejos, se hace un silencio…, aún con el móvil en la oreja, tras mandarse un beso desde la distanciase, se dan un saludo con las manos, y cuelgan la comunicación-


AJENOS A TODO

Rosetta, y los trillizos, se dirigen al recinto de las pelotas. Como era de esperar, el lugar está abarrotado de niños. Aún así, los trillizos quieren quedarse, de manera que tras hacerse un hueco en la pista, comienzan a revolcarse entre las numerosas pelotitas. Juegan al escondite, a lanzarse pelotitas, a juntar colores, a tirarse por los toboganes.  El tiempo pasa muy rápido. En ese lugar, están tan a gusto divirtiéndose, que permanecen ajenos a todo lo que pasa a su alrededor.



TODO SE COMPLICA


Para Giorgio, la cosa se le complica bastante. Si antes tenía que seguir a uno, ahora son dos. Con la desventaja añadida, de que, Josefina, lo puede identificar.
Se va acercando la hora del cierre del Zoo, y cada vez hay menos gente. Giorgio, empieza a pensar, que esta vez su instinto le ha fallado. –Será verdad lo que siempre me reprocha, Rosetta, que antepongo mi trabajo a la familia. Se dice así mismo-
Entretanto, algo parece pasar entre, Josefina, y su extraño acompañante. Mientras ella sujeta la pesada bolsa, él salta la valla que rodea el perímetro de los servicios de caballeros. Tras devolverle la bolsa, Josefina, se despide de él.
Giorgio, no puede seguir a los dos, pero cree que el más sospechoso sigue siendo el hombre. De manera que opta por ir tras él. –Después de todo, parece que mi instinto sigue en perfectas condiciones, se dice así mismo mientras salta la valla-


TOCA RETIRADA

Los trillizos, están sudorosos de todo el ejercicio que han hecho jugando en el recinto de las pelotas. De modo que, Rosetta, les dice que se laven un poco en baño.  Mientras que ella, les espera en el bar, donde va a pedir comida para llevar, y se la coman los niños, de regreso al hotel.


NO TODO ES TAN SENCILLO

El sospechoso, se oculta en una cornisa, al darse cuenta que alguien le siguen. Giorgio, creyendo que ha vuelto a perder la pista del sospechoso, va a toda prisa por el pequeño pasillo que hay entre la pared y la reja que delimita el perímetro del Zoo. En un abrir y cerrar de ojos, se ve envuelto en un forcejeo entre él, y el sospechoso.
Ambos emiten sonidos ininteligibles, como consecuencia de los numerosos golpes que se propinan el uno al otro. Tras recibir un golpe en la mandíbula, Giorgio, cae al suelo, y queda inconsciente. Ocasión que aprovecha el sospechoso para seguir su camino.


SILENCIO INUSUAL


Giorgio, despierta gracias al sonido del teléfono…

-¿Giorgio?... ¿Dónde estás?  …¡El hombre del tatuaje…, se está encaramando por el poste que está en la cima de la colina! El que pone, Zoo. Lleva una bolsa, y los guardas de seguridad del Zoo, le están instando mediante un megáfono, a que baje. Mientras que otros le están persiguiendo escaleras arriba.

Giorgio, que todavía está aturdido debido al golpe. No sabe cuanto tiempo ha pasado desde que perdió el conocimiento. Mira el reloj para ver que hora es. -¡Cielos!, se me ha roto el reloj, se dice a sí mismo-

-¿Rosetta, que hora es?
-Sabes que no llevo reloj, pero debe ser alrededor de las siete, porque ya han avisado por megafonía, que es hora de cerrar el Zoo, y todo el mundo se está dirigiendo a la puerta de salida. ¿Pero que es lo que te pasa?
-Estoy bien, aunque un poco aturdido, debido a un forcejeo que he tenido con el hombre. Mientras intentaba quitarle la bosa, me dio un golpe que me ha hecho perder el conocimiento por un buen rato. ¿Dices que está donde la torre del cartel del Zoo? –Pregunta, Giorgio, mientras va a toda prisa hasta la torreta-
-Sí.
-¿Está, Josefina, ahí?
-No. No se…, Giorgio…, pero ha pasado algo raro. Ella, según me pareció a mí. Se quedó en la base de la torreta como para impedir que cogieran al hombre. Llevaba una botella de agua, pero el líquido que llevaba dentro, era amarillento. Entonces, cuando el hombre hubo ganado cierta altura, ella vació el líquido de la botella a unas plantas, tras lo cual se deshizo de la botella, y se fue a la salida sin más. ¿No te parece extraño?
-Ya estoy llegando, ¿tú, dónde estás?
-Cuando vi el tumulto de gente, pensé en lo que siempre me dices. Que cuando vea actos delictivos, huya, que no me acerque a curiosear, para no ponerme en peligro. Pues eso he hecho. Los niños, y yo, vamos camino al aparcamiento, a coger un taxi.
-Estupendo, ¿Rosetta?, tomate nota del siguiente número de teléfono. Es de un taxista de la localidad que me parece seguro. Cuando hables con él, dile la palabra, ¨sándwich¨
-Así lo haré. ¡Cuídate, Giorgio!

 
CAPÍTULO: 4

TODO LO QUE SUBE, TIENE QUE BAJAR

Los guardias de seguridad  que se encaramaron en persecución del hombre del tatuaje, cuando comprendieron que el sujeto no tenía la intención de detenerse, deciden echar marcha atrás, y que sean los peritos en ese tipo de persecución, los que se encarguen del asunto. Una vez en tierra…

-Lo siento, jefe, nos hemos vuelto. Hemos pensado que esto es para expertos en alturas, con las consecuentes medidas de seguridad.
-Habéis hecho muy bien, no preocuparos, todo lo que sube, siempre tiene que bajar. El incidente, ya lo he puesto en conocimiento de la policía. Ellos se harán cargo del trabajo.

El hombre, llega hasta la misma plataforma que hay en la cima de la torreta. Giorgio llega a la base de la torreta en ese momento.

-Buenos días, soy Giorgio Zapponi, soy policía. Me ha pillado que estoy aquí de vacaciones. –Dice, Giorgio, mientras enseña su placa al jefe de seguridad del Zoo- ¿Puedo ayudar?
-Mucho gusto, toda ayuda es bienvenida.-Dice el jefe de seguridad, prismáticos en mano-
-¿Ve lo que está haciendo?-Pregunta, Giorgio-
-Sí, esta sacando un bulto grande de la bolsa. Parece que lo está atando en la barandilla que tiene la plataforma metálica.
-¿Me puede dejar los prismáticos?
-Claro, hombre.

Giorgio, ve que se trata del mismo hombre al que él lleva siguiendo todo el día. Parece que está desplegando un cartel.
Las sirenas de los coches de policías, se oyen cada vez más cerca.


-¿Sabe si ese hombre ha hecho alguna reivindicación? –Pregunta, Giorgio- ¡Parece que esta desplegando una pancarta!
-No, que yo sepa. Pero hay tanto loco suelto, que ha saber que quiere este…-El jefe de seguridad, vuelve a mirar por los prismático para no perder detalle-

El sargento de la policía, Lorenzo Bellucci, se presenta con un amplio despliegue policial. En seguida da órdenes a sus subordinados. Mientras unos toman posiciones de tiro, otros alejan a los curiosos, instándoles a que abandones el Zoo.

-Buenos días, soy el sargento, Lorenzo Bellucci, encargado de la seguridad durante la cumbre. ¿Es usted el jefe de seguridad del Zoo, el que nos ha llamado?
-Sí, yo soy.
-Bien, póngame al corriente.
-Pues verá, sargento, hará como una hora, recibimos un aviso. Se nos alerto que un hombre se estaba encaramando al la torreta del logotipo del Zoo. Unos compañeros han ido en seguimiento del sujeto, pero al ver que no paraba, han temido por sus vidas, y se han dado media vuelta. Una vez que ha llegado a la cima de la torreta, el hombre, ha sacado algo de la bolsa, al parecer, una pancarta, esa que usted puede ver desplegada.
-Veamos que dice…Vaya, parece que tenemos a un ecologista pirado –Exclama el sargento- Es de suponer que como ya ha cumplido con su propósito, no será difícil hacer que baje. Aún así, los especialistas en estos casos ya están llegando.
-Buenas tardes, sargento, Bellucci. Soy, Giorgio, policía, que me ha pillado este suceso aquí, de vacaciones con mi familia.
-Bien, me parece muy bien, pero a menos que tenga algo que aportar, no necesitamos su ayuda.
-Pues de eso se trata, verá…resulta que cuando mi familia y yo, fuimos…

El sargento, Bellucci, con sus rudos modos que le caracteriza, corto en seco la explicación que, Giorgio, le estaba dando.
Dirigiéndose al jefe de seguridad del Zoo, le pidió que alejara de la zona a toda persona ajena a los miembros de seguridad del Zoo.
Cumpliendo órdenes, el jefe de seguridad, del Zoo, usa su aparato de walkman, para comunicarse con todos los miembros de seguridad del Zoo. Para que estos, se aseguren de que el Zoo quede completamente vacio de gente, en el menor tiempo posible. Al cortar la comunicación, pide también a, Giorgio, que abandone el lugar.

-Pero tengo información sobre el hombre que está en lo alto de la torreta. – ¡Que esto me está pasando a mí!, se decía a sí mismo-
-Lo siento, lo único que puedo hacer es, tomarle su número de teléfono. Haré todo lo posible por dárselo al sargento de la policía.
-De acuerdo, dígale que tengo información de primera mano sobre ese hombre.


CADENA DE MANDOS

-Ring…,Ring…, ¿Rosetta? ¿Dónde estáis?
-Giorgio, tengo poca batería, estamos en el aparcamiento, esperando a que nos recoja el taxi que tú decías. ¿Cómo van las cosas?
-Estoy a punto de irme yo también. ¡Cómo odio la cadena de mandos! –mascullo-
-Perdona, Giorgio, no sé que es lo último que me has dicho, no lo he entendido.
-Nada, Rosetta, cosas mías. Quería preguntarte, si recuerdas dónde ha vaciado la botella, Josefina.
-Sí…, en medio de los aparatos prismáticos, hay un gran parterre. La ha vaciado en la esquina izquierda, la esquina que está más cercana al camino. Por cierto, Giorgio, si quieres saber dónde esta la botella… ¿Giorgio? …, ¿Giorgio?  -Vaya, se me ha acabo la batería-
-¿Rosetta?..., ¿Rosetta? -¿Dónde Diablos, habrá tirano la botella?-Que oportuno, haberse quedado sin batería en este momento, se decía a sí mismo-

Giorgio, mira en el parterre, y recoge un poco de tierra, y se lo lleva a la nariz, efectivamente, Rosetta , tenía razón, no era agua, parece gasolina. Con las mismas, se pone a buscar la botella de agua por las papeleras cercanas al parterre. Con lo que no contaba era que, en las papeleras había montones de botellas de agua. Y, si se ponía a rebuscarlas, parecería sospechoso. Con estos pensamientos recorriéndole por la cabeza... Ring... Ring... le suena de nuevo el teléfono… -¡Rosetta! ¿Cómo es posible? Se dijo a si mismo, mientras miraba la pantalla del móvil-

-Giorgio, el taxista me ha dejado su móvil para que te llamara. Pero con los nervios, no me acordaba de tu número, así es que he cambiado el chip, menos mal que el teléfono del taxista es libre.
-Que buena idea, ¿Dónde me decías que estaba la botella?
-Está en la papelera que hay en el baño de señoras. La que está debajo del aparato seca- manos. La reconocerás porque es la que lleva la marca del hotel dónde nos alojamos. Escucha, Giorgio, nosotros vamos ya de camino al hotel. Calcula el tiempo por si me tienes que llamar, en cuanto llegue, pondré a cargar el móvil, cuídate.
-¡¡¡Cielos!!!
-¿Qué pasa, Giorgio?
-El hombre, acaba de lanzarse al vacio.
-¿Cómo dices? –Rosetta, mira a la torreta, por la ventanilla del taxi. Y ve como el hombre cae montaña abajo-

Todos en el Zoo, se quedan pasmados. Ninguno esperaba esta reacción por parte del ¨ecologista¨. Corren hacia el mirador para ver el desenlace de la caída. Es entonces, cuando el hombre acciona un tirador del que sale un parapente. Ha sido una caída calculada, y con mucho riesgo. Pero parece que las corrientes de aire, que son muy fuertes en ese lugar, han estado del lado del ¨ecologista¨
Giorgio, echa unas monedas a los prismáticos para ver donde cae, calcula que le llevará directamente al mar… Efectivamente…, cerca de la isla coralina, le está esperando alguien que lleva puesto un traje de neopreno, está en una plataforma hinchable. En cuanto el ¨ecologista¨  está en la plataforma, se quita el paracaídas, y lo arroja al mar. Se coloca un traje de neopreno, y una botella de oxigeno, y los dos se tiran al mar. Estos desaparecen en las profundidades del mar. Al cavo de unos minutos, la plataforma se hunde, parece ser que la han pinchado antes de sumergirse.



PERSECUCIÓN

-¡¡¡Todo el mundo a los coches, hay que dar con ese ¨tío¨ como sea!!! -Grita el sargento, Bellucci-
-¿Sargento?... ¿Sargento?, tengo una información de primera mano sobre ese ¨individuo¨ que me gustaría compartir con usted. –Logra decir, Giorgio, una vez que logra captar la atención del sargento-
-Está bien, acompáñame en el coche, y por su bien, espero que tenga razón.
-Enseguida, pero antes ha de recoger unas pruebas.
-Pruebas, ¿de qué?
-Ese hombre, se ha encontrado aquí con una mujer, y esta llevaba una botella llena de gasolina. Espero a que el hombre subiera a la torreta, y luego se deshizo de la gasolina, y tiró la botella en el servicio de señoras.
-Déjeme que me comunique con el helicóptero, y luego veremos las pruebas. -El sargento, telefónicamente, da orden, al helicóptero,  para que intenten ver desde el aire las siluetas de los buzos, y que una Zodiak de la policía,  que vigila el mar, las sigan- Bien…, busquemos esas pruebas.

Recogen una muestra de tierra, empapada de gasolina, del parterre. A continuación, van al servicio de señoras, una vez dentro, se encuentran con la señora de la limpieza que ya ha empezado su jornada. Por suerte, solo ha vaciado las papeleras de los retretes.


-¡En esa, busquen es esa! La que está debajo del seca-manos.
-¿Qué buscamos exactamente, señor, Zapponi? -Pregunta el sargento-
-Una botella de agua con el logotipo del hotel, donde yo me alojo.


No hay mucho tiempo, a si es que el sargento, con sus modos que le caracteriza, opta por volcar la papelera al suelo.

-¡Oiga, oiga! ¿Pero que hace? No creo que ser policía le de derecho a darme más trabajo a mí... Objeta la señora de la limpieza, al ver el zipi-zape que le han causado. 
- Quiten a esta señora de aquí. -Ordena, Bellucci, haciendo aspavientos con las manos. Con cierto nerviosismo, mira, ayudándose con su bolígrafo, una a una, las diferentes botellas de agua que hay en el interior de la papelera-

….Giorgio, casi está rezando por que su mujer le haya dado la información correcta…cuando de pronto exclama...
-¡¡¡Esa, esa es!!! –dice, Giorgio, dando un suspiro de alivio, y diciéndose para sí, Rosetta, cómo te quiero-

El sargento, introduce su bolígrafo por la boca de la botella, que está destapada, y la guarda en una bolsita.

-Creo, Zapponi -dice, el sargento-, que tiene mucho que contarme.


UN AMIGO

-Muchas gracias por haberme dejado su teléfono, la verdad, es que era urgente que hablara con mi marido.
- No hay de que… El que ha saltado desde la torreta, es el hombre al que estaba siguiendo su marido esta mañana, ¿no es cierto?
-No se de qué me habla. El que le haya llamado a usted, es porque creemos que es de confianza. Pero no estoy autorizada para hablar con nadie de este tema. Confío en que usted sepa entenderlo.
-Sí, claro me hago cargo. No obstante, le reitero a usted también, que en mí, tendrán siempre un amigo. Llámenme si me necesitan

Un silencio tenso, se hice entre el taxista, hasta que llegaran al hotel. Rosetta, se despide del taxista, agradeciéndole de nuevo su colaboración.



EN EL HOTEL

En el momento en el que, Rosetta, y los trillizos, entran al hotel. El director, cómo responsable de la seguridad de todos los huéspedes del hotel. Se le acerca para preguntarle si están bien, o, si necesitan alguna cosa.

-No, no se preocupe, todos estamos bien. Gracias por su interés.
-Faltaría más, lo que necesite, no dude en pedírnoslo.

Rosetta, y los trillizos, suben a la habitación. Mientras los niños se duchan, y se visten para bajar a cenar. Rosetta, conecta su móvil a la red, y llama a, Giorgio.

-¿Giorgio?
-¿Qué hay, Rossetta?
-¿Va todo bien?
-Sí, estoy con es sargento, Bellucci. Le he contado todo lo que se sobre ese tipo. Ahora están analizando las huellas de la botella de agua. También están analizando, si la gasolina del parterre, corresponde con los pequeños restos hallados en la botella. Verán a que refinería corresponde, y así determinar donde se compro, y ver las cintas de seguridad de ese lugar.
-¿Vendrás a cenar?
-Creo que sí, aquí, yo, ya he terminado.
-Está bien, te esperamos entonces.
-¿Rosetta?
-¿Sí, Giorgio?
-Da, un beso a los niños.
-Descuida, ahora están arreglándose para la cena, no tardes, tienen muchas ganas de verte.


EN EL RESTAURANTE


Rosetta, y los niños, al ver que, Giorgio, se retrasa, bajan para cenar al restaurante. Los trillizos tienen muchas ganas de contarle todo lo que les ha pasado en el, Zoo.
Giorgio, llega a tiempo de tomar los postres.

¡¡¡Hola, papá!!! –Dicen al unísono los trillizos, al ver a su padre.

-¡Hola, hijos! Qué ganas tenía de veros. Me tenéis que contar muchas cosas, ¿vale? Pero luego en la habitación, que estaremos más tranquilos.

Entre besos y abrazos, terminan de cenar… Una vez en la habitación del hotel, los niños se despachan a gusto. Cuentan a su padre hasta el más mínimo detalle. También le enseñan el vídeo que han hecho, y ven todas las fotos. Al final el cansancio les puede, y terminan durmiéndose en los brazos de su padre. Tras llevarlos a la cama, Giorgio, pone al corriente a, Rosetta, de cómo se ha ido desarrollando el día. Hasta que se quedan dormidos de puro cansancio.

 
CAPÍTULO: 5

TOCA RECOGER

Parece que a todos les ha picado la mosca del sueño. Ya pasan de las diez, y todos continúan durmiendo. El sonido del, teléfono, rompe el silencio, haciendo que, Giorgio, se despierte mal diciendo. ¿Pero bueno, no saben que hoy, es domingo? ¿Quién será a estas horas? Se dice a sí mismo, Giorgio, mientras busca a tientas el móvil por la mesilla de noche, del dormitorio.

-¿Giorgio?
-Sí, yo soy, ¿Quién es?
-El sargento, Bellucci. Buenos días. ¿No le habré despertado? Aunque de todos modos, ya es hora de levantarse. Yo ya voy por el tercer café.
-Ah, sargento, ¿Qué pasa?
-Necesitamos que se pase por aquí, para identificar a, Josefina. La tenemos en la comisaría. Toda la información que  nos facilito ayer, la hemos comprobado con las cámaras de vigilancia del Zoo, solo falta que la identificación física.
-Es del todo necesaria, nosotros nos vamos hoy a casa. Nuestro vuelo sale a las tres de la tarde.
-Hay tiempo suficiente. Le he mandado un coche ha recogerlo, debe de estar ya en el hotel… (En ese momento suena el teléfono de la habitación)…Tengo una llamada del hotel, seguro que es su coche.
-Bien, hasta ahora, Giorgio.

En cuanto, Giorgio, sale de la habitación, Rosetta, se pone a recoger todas las cosas. Las vacaciones han llegado a su fin. Los trillizos, también han recogido sus objetos.

-Bien, chicos, ya está todo metido en las maletas. Siempre pasa igual, parece que nos llevemos más cosas de las que traíamos.
-¿Mamá?
-¿Dime, Mario?
-Éstas, han sido las mejores vacaciones de mí vida.
-¿Tú crees? No será para tanto.
-Sí, mamá. Han sido como estar dentro de una aventura gráfica, en la que yo, era uno de los protagonistas.
-Anda, zalamero, vayámonos, que llegamos tarde al desayuno.


EN EL AEROPUERTO

Rosetta, y los trillizos, están desesperados. Ya anuncian su vuelo por megafonía, y Giorgio, no aparece.
Rosetta, hace la enésima llamada a su marido, y éste, no coge el teléfono. Está preocupada, por si le ha pasado algo.

-¿Mamá, por que no viene ya el, papá? -Pregunta, Dino-
-No lo sé, chicos. Pero seguro que llegará a tiempo…

… Los pasajeros del vuelo, ya están entregando sus pasajes a las azafatas. Rosetta, las ha puesto al corriente de que su marido está al caer. Las azafatas, recomiendan a, Rosetta, que se embarque. Ya que es mejor esperar a uno, que a toda la familia. No obstante, Rosetta, apura el tiempo hasta el límite… Poco antes de cerrar las puertas de embarque, Rosetta, hace una última llamada a su marido…

-¿Giorgio? Estamos embarcando ya. ¿Por dónde estás?
-Estoy cruzando la puerta de embarque, diecisiete, voy a toda prisa. Di, por favor que me esperen.



EN EL AVIÓN

Giorgio, llega jadeando, pero justo a tiempo. Una vez se encuentran todos sentados en el avión, parece que hasta el equipo de vuelo descansan.


-¿Cuéntame, Giorgio? Te he llamado un montón de veces, ¿Por qué no me has contestado?
-Rosetta, verás, una vez que identifiqué a, Josefina. El sargento, Bellucci, dio orden de detener a su acompañante. Resulta que es un hombre que está fichado por la policía internacional. No es la primera vez que hace un despliegue de pancartas reivindicativas. Pero es su costumbre hacerlo exponiendo su vida. Las lleva a cavo en ocasiones con mucha repercusión mediática. En realidad es un amante del riesgo, la reivindicación, para él, es lo de menos.
-¿Qué pinta en todo esto, Josefina?
-Josefina, es el típico caso de conseguir dinero, rápidamente. El hombre le prometió una gran cantidad de dinero, a cambio de su colaboración. Y, ésta, le paso una nota, aceptando la oferta, al ver que para ella no habría riesgo alguno.
-¿Pero, cómo se conocieron?
-El puso un anuncio en la prensa, y ella picó.
-Menos mal que a ella no le ha pasado nada.
-No creas, Rosetta. Estas colaboraciones, tienen su riesgo, y su precio. Tiene una denuncia puesta, y la justicia verá que se hará con ella, al haber puesto en jaque a la policía. Y el riesgo que ha podido suponer para la población. El Zoo, también la ha denunciado.
-Giorgio, tampoco es para tanto, la colaboración de, Josefina, no ha supuesto el riesgo de nadie.
-No, pero eso no se ha sabido hasta el final. Los policías creyendo que se trataba de algo más serio, sí han expuesto sus vidas.
-¿Han dado con el hombre del tatuaje?
-No, él ya tenía preparada su escapatoria. Es muy posible que lo que grabo, Mario, en la cámara. Fuera una caja con todo lo necesario para su huida.
-¿Pero, le habrá tenido que ayudar alguien a huir, no?
-Eso es lo que ahora está indagando la policía. Han ido al hotel donde estábamos alojados. Para que les entregasen las cintas de vídeo. Pero al verlas, no han visto que hablara con nadie. Han pedido un registro de llamadas, pero tampoco recibió ninguna llamada al hotel.
-O sea que la única que ha salido perdiendo es, Josefina.
-Y no veas cuánto, porque encima tiene que explicar, ¿Por qué llevaba una botella con gasolina en el Zoo?
-¿Dijo por que?
-Sí, aunque la policía no la ha creído.
-¿Qué dijo?
-Que la tomó de su casa creyendo que era refresco de naranja. Pues  su compañera de piso, tiene la costumbre de poner ese refresco, en botellas pequeñas para llevarlas en el bolso. Pero que cuando la destapó y olio a gasolina, la derramó en el parterre, pensó que seria peligroso tirarla en una papelera, por temor de que se prendiera fuego.

Los niños, ahora que han logrado tranquilizarse, después de lo larga que se les ha hecho la espera a su padre en el aeropuerto. Una vez que se apagan las luces que les obligan a tener puestos los cinturones. Se levantan para ir al baño…


HAN DESAPARECIDO

-… ¿Mario? ¿Mario? –Dice, Albano, mientras golpea la puerta de baño-
-Ten paciencia, Albano. Enseguida salgo.
-Corre, Mario, date prisa. –Dice desesperado, Dino-
-¡¡¡Que ya voy!!! –Que pesaos, se dice Mario, a sí mismo, mientras quita el pestillo del baño, y abre la puerta- Ya podéis pasar.

No, Mario, si ya hemos pasado al otro baño. –Dicen, Albano, y Dino, a la vez-

-Entonces, ¿por qué tanta prisa?
-El papá, y la, mamá, no están en sus asientos. Ni tampoco en los baños. –Dice, Albano-
-Y, eso no es todo, Mario. Le hemos preguntado a la azafata por ellos, y nos ha dicho que esos asientos,  estaban vacios cuando despegamos. ¿No te parece extraño, Mario? Papá, y mamá, han desaparecido. –Dice, Dino, sollozando-
-¿Estáis seguros de lo que decís? –Pregunta, Mario-
-Compruébalo tú mismo.

Los trillizos, recorren el avión en busca de sus padres. Cuando llegan a la conclusión de que han desaparecido, se sientan a pensar.
Mario, recordando todo lo que su madre les dijo en el Zoo, es el que lleva la voz cantante a la hora de tomar decisiones.

-¡Albano! ¡Dino! Tenemos que pensar, que algo les han hecho. Lo que tenemos que hacer, es poner ,el juego que mamá, nos enseño en el Zoo, en práctica. Eso es lo que nos protegerá, mientras aclaramos dónde se han metido.

Los trillizos, están sentados en sus asientos, cuchicheando, y masticando los recientes acontecimientos. De repente, un hombre alto, moreno, con amplias cejas y pobladas, se levanta de su asiento. Dino, no le quita la vista de encima, a decir verdad, el siniestro aspecto del hombre, le produce un poco de miedo. Tanto, que instintivamente, se coge de la mano de su hermano, Mario.

-¿Qué te pasa, Dino?... –Le pregunta, Mario, mirándole a la cara-
-Tengo miedo…, -contesta, Dino, con sus ojos clavados en el hombre siniestro que viene por el pasillo, acercándose cada vez más a los trillizos-
-Tranquilo, Dino, no pasa nada…, -Tranquiliza, Mario, a su hermano. Aunque a él, le pasa como un ruido en el estomago, al ver el aspecto siniestro del hombre-

El hombre, pasa de largo la fila donde estaban sentados los trillizos. Éstos, dan un profundo respiro…

-Chicos, ¿queréis que hagamos un juego? –Propone, Mario, para tratar de tranquilizarse un poco-
-¡Vale! –Responde, Albano- ¿A qué jugamos?
-A, veo, veo.

Sumidos en el juego, se les pasa el susto. Cuando de repente, Dino, que está en el asiento del pasillo oye una voz grave, justo en su oído. Es el hombre con aspecto siniestro. Parece que ha vuelto del baño, y al presentarse de golpe, ha pillado a los trillizos desprevenidos. De manera que éstos, pegan un sonoro grito, que hasta hace venir a una de las azafatas, para ver que ocurre.

-¡Hola! ¿Ocurre algo, chicos? –Pregunta la azafata-
-No, señorita, me he acercado para ver como están mis sobrinos. –Responde el hombre de aspecto siniestro-
-Entonces, si no queréis nada, os dejo.
-¿Qué pasa, chicos? ¿Os he asustado?… Os he estado observando durante un buen rato, y me he dado cuenta que viajáis solos.
-No, lo que pasa es que queríamos estar sentados juntos los tres. –Contesta, Mario, a la vez que se cambia de asiento con, Dino-
-Vaya, estoy seguro que tú debes ser el hermano mayor. ¿De qué quieres proteger a tu hermano? Yo no voy a haceros nada malo. Es más, estoy seguro de que al final, os vendréis conmigo.
-Pues cree, usted mal. –Replica, Albano-
-Estoy seguro que no tardareis mucho en pedirme que os lleve conmigo.
-Mire, señor, nosotros no somos sus sobrinos, como le ha dicho a la azafata. De manera que, si no nos deja ahora mismo, empezamos los tres a gritar por ayuda.
-… El hombre, se incorpora, y tocándose la barbilla, y dice. ¡Cielo…, tengo motivos para alegrarme, trillizos son mejor que quintillizos, ¿verdad?! –Dicho esto, el hombre se marcho-


Los trillizos, se quedan perplejos ante el último comentario que había hecho el hombre.

-Chicos,  ¿habéis oído lo que yo? –Dijo, Mario, a sus hermanos-
-¡Mario! ¿Qué hacemos, ahora? –Pregunta, Albano-
-Tenemos que ir, y averiguar porque ha dicho eso. –Contesta, Mario, decidido-
-No, Mario, tengo miedo, ¿y si es una trampa? –Replica, Dino-
-Vosotros, poneros detrás de mí. Y acordaros de todo lo que nos dijo, mamá. –Dice, Mario-


LES TIEMBLAN LAS PIERNAS

-¿Oiga, señor?
-… Hola, chicos…, -contesta, el hombre, quitándose los auriculares de los oídos- Creía que no queríais nada de mi.
-Vera…, señor, ¿puede repetir las últimas palabras que nos ha dicho antes?
-Os garantizo, que si venís conmigo, estaréis muy bien.
-No, eso no era. Lo que nos ha dicho al final.
- Chicos, que yo no soy un magnetofón, ¿cómo queréis que me acuerde palabra por palabra de todo lo que os he dicho?
- Bien, entonces, eso era todo, adiós, señor.-Dice, Mario, antes de despedirse-
-Vale, chicos, escucharme bien: ¨Cielo, tengo motivos para alegrarme, trillizos, son mejor que quintillizos, ¿verdad?¨
-Está bien, iremos con usted. Aparte de nosotros, solo hay dos personas más que saben esa frase. De modo que, ¿que quiere que hagamos? –Pregunta, Mario, al hombre-
-Acompañarme. -Responde el hombre, levantándose del asiento-

Uno, detrás de otro, siguen al hombre. Éste, se dirige hacia la cabina del avión. Da unos golpecitos en la puerta de la cabina, y ésta, se abre.

¡¡¡Mamá!!! ¡¡¡Papá!!! Gritan los trillizos al unisonó.

-Hola, hijos, muy bien. –Dice, Rosetta-
-¿Mamá, que ha pasado? –Pregunta, con actitud disgustada, Mario-
-Mario…, mamá no ha tenido nada que ver en esto. He sido yo el que lo ha tramado... Después de que os fuisteis al baño. Me encontré con, Conrado. Un colega, -dice, Giorgio, pasando su brazo por el hombro, del hombre de aspecto siniestro- hicimos juntos las practicas, y desde entonces no nos habíamos visto. Y, mirarlo ahora, policía de la secreta, haciendo servicios en los aviones. ¿No os parece genial, chicos?
-Papá, yo he pasado mucho miedo. –Dice, Dino, frotándose los ojos, para quitarse unas lagrimitas-
-Entonces, ahora, ¿qué pasa?- Pregunta, Albano-
-Como os estaba diciendo, chicos. Le he pedido a, Conrado, que si podríais ver la cabina del piloto. Y…, como me ha dicho que sí, se me ocurrió poner en practica, la única parte de todo lo que, mamá, os había explicado, que no habíais hecho.
-La parte, en la que un desconocido, os dice que confiéis en el. La única condición es que os dijera la palabra secreta. Lo habéis hecho genial. –Dice, Rosetta, mientras abraza a sus hijos-
-La verdad, Giorgio…, puedes estar orgulloso de los hijos que tienes. Han demostrado muy buenas cualidades, se han protegido los unos, a los otros. Han consultado sus pasos, y han obedecido en todo lo que les habéis dicho. A pesar de mi aspecto, que no es el más agradable que halláis visto, ¿verdad, chicos? –Dice, Conrado-

Una vez se ha satisfecho la curiosidad de los trillizos, de para que sirve cada cosa. Conrado, hace una foto de toda la familia, en la cabina del avión. Tras lo cual, todos vuelven a sus asientos.

-¿Qué es lo que más os ha gustado, de estas vacaciones? –Pregunta, Giorgio, a sus hijos-

Que las hemos pasado juntos, -Dicen los tres a la vez



FIN.

Atentamente: La madre que no te parió.

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